La memoria de la piel: debemos protegernos desde la infancia de la radiación solar

Previsiones de radiación ultravioleta

Previsiones de radiación ultravioleta

Elena López, jefa de Epidemiología del Gobierno de Canarias alerta sobre el riesgo extremo por radiación ultravioleta en 14 municipios de Gran Canaria y recuerda que «los efectos de las quemaduras solares se acumulan desde la infancia».

Los efectos de la radiación no se ven ni se sienten, pero dejan huella a lo largo de los años. Así lo advierte Elena López, jefa de servicio de Epidemiología y Prevención de la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias, que lidera las recomendaciones del Ejecutivo autonómico para prevenir los daños por exposición solar ante el aumento estacional de los índices ultravioleta, especialmente intensos en el archipiélago por su ubicación geográfica.

La alerta sanitaria se concentra en estos días en Gran Canaria, donde 14 municipios presentan un nivel extremo de radiación solar. En Tenerife, el municipio de Vilaflor también se encuentra en esta franja de riesgo. Aunque no se trata de una alarma meteorológica, la Dirección General de Salud Pública clasifica el peligro como extremo desde el punto de vista de la salud pública, especialmente para quienes realicen actividades al aire libre sin la protección adecuada.

Una radiación inevitable, pero controlable

«La radiación ultravioleta no es mala en sí misma; todo depende de la dosis», aclara López. En niveles moderados, la exposición al sol es beneficiosa para la síntesis de vitamina D y ciertas funciones cutáneas. Pero cuando se sobrepasa ese umbral, comienzan los peligros: quemaduras, fotoenvejecimiento, reacciones alérgicas, y en los casos más graves, cáncer de piel.

López insiste en que la protección frente a la radiación no puede depender únicamente de la temperatura o de la presencia de nubes. «El daño ni se ve ni se siente, pero está ocurriendo, incluso en días nublados o con temperaturas agradables», sostiene.

El Ejecutivo autonómico emite previsiones dos veces por semana, basadas en el índice UV proporcionado por la AEMET, que mide la intensidad máxima de la radiación prevista durante las cuatro horas centrales del día. A partir de estos datos, la Dirección General de Salud Pública categoriza el riesgo para la salud en cinco niveles: bajo (verde), moderado (amarillo), alto (naranja), muy alto (rojo) y extremo (morado).

Medidas de protección: ropa, sombra y fotoprotectores

«Lo primero es evitar la exposición directa al sol durante las horas centrales del día», recuerda López. En segundo lugar, recomienda buscar la sombra siempre que sea posible, utilizar ropa que cubra brazos y piernas, sombreros de ala ancha y gafas de sol que filtren la radiación UV.

El uso correcto del protector solar es también esencial: debe aplicarse con generosidad cada dos horas, incluso en días nublados, y siempre tras nadar o practicar ejercicio al aire libre. Pero advierte: «El protector solar no debe crear una falsa sensación de seguridad. No basta con aplicarlo una vez y olvidarse».

Además, la especialista recuerda que ciertos medicamentos como antibióticos o anticonceptivos, así como perfumes y desodorantes, pueden aumentar la sensibilidad de la piel y provocar reacciones adversas frente al sol. «Es fundamental incorporar la protección solar a la rutina diaria, como un hábito de salud pública», afirma.

La infancia, clave para evitar el cáncer de piel

Uno de los mensajes más contundentes de López está dirigido a padres y cuidadores: «Más del 50 % de la exposición solar acumulada se produce antes de los 20 años. Es en esta etapa donde se siembra el riesgo futuro de cáncer de piel».

Esta exposición repetida a edades tempranas, combinada con quemaduras solares y exposiciones intermitentes de alta intensidad, deteriora el ADN de las células cutáneas. «La piel tiene memoria. Cada daño cuenta, y con el tiempo se acumula», explica.

Este deterioro progresivo, además de acelerar el envejecimiento de la piel —con manchas, arrugas y pérdida de elasticidad—, puede provocar alteraciones genéticas que desemboquen en tumores cutáneos, desde los carcinomas más comunes hasta los melanomas, que tienen una evolución más agresiva.

La geografía y la altura agravan el riesgo

López detalla que la ubicación de Canarias, cercana al trópico de Cáncer, hace que la radiación solar incida con mayor intensidad. Pero además hay factores físicos que amplifican la exposición: «Por cada 1.000 metros de altitud sobre el nivel del mar, la radiación UV puede aumentar un 10 %», precisa.

Asimismo, el entorno influye en la reflexión solar. La nieve, por ejemplo, puede reflejar hasta el 80 % de la radiación, mientras que el agua, la arena o incluso el asfalto también actúan como espejos que incrementan la dosis recibida.

Por todo ello, la prevención es un compromiso colectivo que debe integrarse en la cultura de salud pública del archipiélago. Como concluye López: «Podemos disfrutar del sol, pero con inteligencia. Si tomamos medidas desde hoy, sobre todo en las edades más tempranas, estaremos protegiendo nuestra salud a largo plazo».