El doctor Enric Fernández Alsina, jefe de Cirugía General y Digestiva en Hospitales Universitarios San Roque, explica cuándo y cómo se recurre a la intervención quirúrgica frente a la obesidad severa.
La cirugía puede ser una solución eficaz ante la obesidad, pero no se trata de una decisión inmediata ni puramente estética. Así lo afirma el doctor Enric Fernández Alsina, jefe de Cirugía General y Digestiva de Hospitales Universitarios San Roque, quien recuerda que solo se llega a ella tras una evaluación completa por parte de la unidad de sobrepeso y obesidad. «La cirugía se plantea cuando el tratamiento conservador no es suficiente y el índice de masa corporal y las enfermedades asociadas justifican una intervención», señala.
Estudio integral del paciente
Antes de decidir el tipo de procedimiento, los pacientes son sometidos a un estudio integral por parte del equipo de Endocrinología. Solo tras confirmar la indicación médica, se considera el acceso al quirófano. Existen varias técnicas, pero las más frecuentes son la gastrectomía vertical (reducción de estómago) y el bypass gástrico. «En la primera se reduce el tamaño del estómago de forma permanente. En la segunda, además de hacerlo más pequeño, se modifica el tránsito intestinal para reducir la absorción de nutrientes», explica el especialista.
Ambas técnicas tienen indicaciones específicas. El bypass gástrico, por ejemplo, se reserva para pacientes con mayor grado de obesidad o con enfermedades metabólicas asociadas, como diabetes tipo 2 o hipertensión. En mujeres en edad fértil, se valora cuidadosamente la técnica, ya que el control del embarazo puede ser más complejo tras un bypass que después de una gastrectomía tubular. El doctor Fernández Alsina subraya que cada caso se analiza en detalle, atendiendo a factores como el sexo, la existencia de reflujo o hernia de hiato, y las comorbilidades.
Rápida y sostenida pérdida de peso
Uno de los principales beneficios de la cirugía es la rápida y sostenida pérdida de peso. «Durante el primer año y medio, la pérdida es muy significativa, pero lo más importante es que se logra mantener a largo plazo», señala. El objetivo, precisa, no es tanto el peso en sí como la reducción del exceso de grasa corporal. Se estima que un procedimiento exitoso permite perder más del 50 % del sobrepeso, con resultados que varían entre 30 y 50 kilos dependiendo del caso.
Posoperatorio con abordaje multidisciplinar
El posoperatorio requiere un abordaje multidisciplinar. Aunque la recuperación quirúrgica puede ser rápida —con alta hospitalaria en 48 horas si no hay complicaciones—, el proceso completo implica cambios duraderos en la dieta, actividad física y seguimiento médico. «Lo ideal es que el paciente cuente con un nutricionista y un entrenador físico tanto antes como después de la cirugía», recomienda el doctor, quien insiste en que la clave del éxito está en el compromiso del paciente con su nueva rutina de vida.
Finalmente, el jefe de cirugía recuerda que la obesidad no es solo un exceso de peso, sino un exceso de grasa que compromete la salud. La intervención quirúrgica, lejos de ser una medida estética, representa una herramienta médica para reducir riesgos cardiovasculares, mejorar el control glucémico y devolver autonomía a pacientes que, en muchos casos, han visto limitada su vida cotidiana. «No es una solución mágica, pero sí una segunda oportunidad», concluye.