Alicia Hernández, médica del Servicio de Promoción de la Salud de la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias, afirma que «sí nos cuidamos, pero todavía hay margen de mejora».
Alicia Hernández, médica del Servicio de Promoción de la Salud de la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias, afirma que «sí nos cuidamos, pero todavía hay margen de mejora». Frente a un entorno social y comercial que favorece el consumo rápido y procesado, la especialista apuesta por un cambio de hábitos sustentado en la educación, la planificación y la accesibilidad a productos frescos y locales.
Desde su área, promueve un patrón de alimentación equilibrado, adaptado a las características de cada persona y cultura. «Una dieta saludable no solo es variada y nutritiva, también debe ser sostenible», subraya. Este modelo se basa en frutas, hortalizas, verduras, legumbres, cereales integrales y pescado, mientras que recomienda limitar el consumo de carnes rojas, embutidos, bollería industrial y productos azucarados.
Planificar para comer mejor
Hernández insiste en que uno de los principales aliados de una buena alimentación es la planificación. «Si planificamos el menú semanal con los distintos grupos de alimentos, sabremos exactamente qué comprar y evitaremos gastar de más en productos innecesarios», señala. Esta estrategia no solo mejora la salud individual, sino que también contribuye al ahorro doméstico y a la reducción del desperdicio alimentario.
La médica recomienda acudir al mercado con una lista definida, priorizar productos de temporada y, en caso de dificultad económica, considerar opciones como las legumbres, «que son muy completas desde el punto de vista nutricional y también muy económicas».
Una herramienta clave para prevenir enfermedades
El patrón alimentario tiene una incidencia directa en la prevención de enfermedades no transmisibles. «Cambios en la dieta tradicional, con más carnes procesadas, azúcares y grasas saturadas, están vinculados al aumento de la diabetes, la obesidad, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer», advierte.
Asegura que una alimentación saludable no va de la mano del precio elevado: «Muchas veces se cree que comer bien es caro, pero lo que encarece es recurrir a productos ultraprocesados y comidas rápidas». La clave, dice, está en «invertir tiempo en planificar y cocinar con productos naturales y locales».
Nunca es tarde para empezar
La especialista desmonta la idea de que adoptar buenos hábitos alimentarios es cosa de juventud. «Nunca es tarde para mejorar nuestra alimentación. Es un proceso educativo y flexible que puede comenzar en cualquier momento», afirma. Desde el Servicio de Promoción de la Salud, impulsan programas de educación nutricional adaptados a todas las edades.
Los beneficios no son solo personales. «Al alimentarnos mejor también cuidamos del planeta», añade. Por eso, defiende el enfoque sostenible, donde se prioricen productos cercanos y se eviten los que tienen un alto impacto ambiental.
Educación, familia y entorno
Para consolidar estos hábitos, Hernández considera fundamental que las familias den ejemplo. «Los niños aprenden por imitación. Si sus padres tienen buenos hábitos, ellos los seguirán», explica. La alimentación saludable no debe restringirse al ámbito doméstico: también debe estar presente en las escuelas, los entornos laborales y los espacios comunitarios.
Recuerda que existen numerosas fuentes oficiales donde informarse, como los portales de la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias o los centros de atención primaria. «Es importante acudir a fuentes fiables y basadas en la evidencia científica para tomar decisiones informadas», concluye.