Alfonso Escalero: «La emergencia del Tajogaite debe enseñarnos a poner primero a los afectados»

Volcán de La Palma | Foto: Alfonso Escalero

Volcán de La Palma | Foto: Alfonso Escalero

El fotógrafo y responsable de I Love the World —Premio Cabildo de La Palma por su labor altruista— defiende que la principal lección pendiente es «ordenar la gestión pensando primero en las familias».

Cuatro años después de la erupción del Tajogaite, el fotógrafo y responsable de I Love the World, Alfonso Escalero —Premio Cabildo de La Palma por su labor altruista— defiende que la principal lección pendiente es «ordenar la gestión pensando primero en las familias». «En Canarias convivimos con volcanes, pero llegamos a la emergencia sin experiencia en zonas urbanas: hubo errores de los que debemos aprender», afirma. Dice que, mientras los medios se centraban en el espectáculo del cráter, él y su equipo decidieron «mirar al otro lado de la cámara: a quienes necesitaban saber si su casa seguía en pie».

Una ansiedad «devastadora»

Escalero relata que la ansiedad de los evacuados «era devastadora» y que optaron por una solución masiva y precisa: «Aplicamos fotografía aérea 360; con una sola toma podíamos mostrar 50, 60, 100 viviendas». «Llegamos a registrar 150–200 puntos en un día», explica, subrayando que el objetivo no era el impacto visual, sino «dar respuestas rápidas y verificables» a miles de peticiones con coordenadas exactas.

«SIgo en tratamiento»

El fotógrafo admite que el trabajo dejó huella psicológica en todo el equipo. «Sigo en tratamiento; no perdí una casa, pero detrás de cada tejado había una persona que me la había pedido», confiesa. «A los primeros barrios les golpea de repente; los últimos viven una tortura de semanas sin saber si su casa aguanta o no», añade. Por eso reclama «protocolos que contemplen la dimensión emocional» y «apoyo específico para quienes sostienen a los demás en plena emergencia: el héroe también se rompe».

 «Lo primero es el derecho a saber»

Preguntado por los límites de la cobertura, asegura que aplicaron autocensura responsable. «Imágenes de animales quemándose no aportan nada», sostiene. Reconoce que en ocasiones voló sobre zonas sensibles «porque la gente lo necesitaba —por ejemplo, el cementerio—», y reivindica esa decisión «cuando la información sirve para aliviar la angustia de una familia». «Lo primero es el derecho a saber», resume.

Devolver a la sociedad

Tras el volcán, el equipo decidió fijar la memoria de la isla en un libro de testimonios e imágenes. «Teníamos acceso a cientos de afectados y los invitamos a contar su historia para las próximas generaciones», explica. La publicación, financiada al principio por la propia empresa, «fue un éxito» y permitió «donar íntegramente los beneficios —unos 300.000 euros— a la asociación Tierra Bonita», afirma, como forma de «devolver a la sociedad lo que la sociedad nos dio durante la crisis».

Un volcán que arrasa identidades

Escalero concluye con un llamamiento a sistematizar lo aprendido: «Hay que revisar protocolos, reforzar la comunicación con los vecinos y garantizar medios técnicos y apoyo psicológico desde el primer día». «El Tajogaite nos recuerda que un volcán no solo arrasa lava: también arrasa rutinas, identidades y proyectos de vida; nuestro deber es reducir ese daño y acompañar bien a quienes lo sufren», sentencia.