La educación financiera: desde las guarderías y atravesando todo el sistema educativo

«La educación financiera también te enseña a esperar, y eso vale para el dinero y para la vida» | Foto: Pixabay

«La educación financiera también te enseña a esperar, y eso vale para el dinero y para la vida» | Foto: Pixabay

La profesora de Economía del IES Arencibia Gil de Telde (Gran Canaria), Beatriz Ojeda Naranjo, defiende que la educación financiera debe integrarse de forma transversal en todo el currículum.

La profesora de Economía del IES Arencibia Gil de Telde (Gran Canaria), Beatriz Ojeda Naranjo, defiende que la educación financiera debe integrarse de forma transversal en todo el sistema educativo, desde la educación infantil hasta el Bachillerato, porque proporciona herramientas básicas para la vida adulta y ayuda a tomar decisiones informadas en un entorno saturado de publicidad, ofertas de crédito y mensajes engañosos en internet. 

Una formación clave, pero con poco espacio en el currículo

Ojeda considera «maravillosa» la iniciativa de las Jornadas de Educación Financiera impulsadas por el Gobierno de Canarias, pero subraya que, hoy por hoy, el peso de estos contenidos en los currículos es todavía insuficiente. Explica que la materia se trabaja de forma parcial en algunas asignaturas —sobre todo en Economía de 4º de ESO y 1º de Bachillerato— y que, en su caso, ha decidido adelantarlos a 3º de ESO, aprovechando los márgenes que le concede el programa. Sin embargo, lamenta que el esfuerzo dependa en gran medida de la voluntad del profesorado y del tiempo extra que el alumnado dedica fuera del horario lectivo. 

Presupuesto, ahorro y pensamiento crítico ante los fraudes

Para la docente, cualquier joven debería salir de la educación obligatoria sabiendo elaborar y controlar un presupuesto, distinguir entre necesidades y deseos, comprender los tipos de interés, el ahorro y el endeudamiento responsable, así como conocer instrumentos de pago, cuentas, tarjetas y seguros. Pero insiste en que la educación financiera va mucho más allá de los números: «Ayuda a desarrollar el pensamiento crítico ante la publicidad engañosa y los consejos económicos poco fiables que circulan en redes sociales e internet». El objetivo es que el alumnado aprenda a identificar riesgos, a desconfiar de los mensajes demasiado fáciles y a tomar decisiones informadas en su día a día. 

Del aula a la economía doméstica

Ojeda percibe que sus estudiantes trasladan cada vez más estos aprendizajes a la economía familiar. Relata que, durante actividades como el concurso escolar «Finanzas para todos» —en el que una alumna del centro ganó la categoría cadete en 2025—, muchos jóvenes han aplicado lo estudiado para debatir con sus padres, revisar decisiones de gasto o cuestionar determinadas compras. En viajes y actividades complementarias, añade, se observa cómo empiezan a comparar precios, a valorar alternativas y a justificar sus elecciones con criterios económicos básicos. 

Gestionar la frustración en la era del clic inmediato

La profesora vincula la educación financiera con otra competencia que considera decisiva: aprender a gestionar la espera y la frustración. Recuerda que, hace apenas unos años, había que aguardar una semana para ver el siguiente capítulo de una serie o acudir a la biblioteca para buscar información, mientras que ahora todo está «a un clic». Esa inmediatez, argumenta, dificulta aceptar que ahorrar implica renunciar a la gratificación instantánea y planificar objetivos a medio y largo plazo. «La educación financiera también te enseña a esperar, y eso vale para el dinero y para la vida», resume. 

Una materia que engancha al alumnado

A pesar de las reticencias iniciales que pueda generar la palabra “economía”, Beatriz Ojeda asegura que la respuesta del alumnado es muy positiva: las optativas de 3º y 4º de ESO se llenan y muchos estudiantes de otras ramas se quedan sin poder cursarlas. «El primer día vienen pensando que les voy a enseñar cómo hacerse ricos y hay que bajarles al suelo», bromea, antes de aclarar que su objetivo es que entiendan que la economía está presente en casi todas las decisiones diarias, desde el desayuno hasta el uso del seguro del coche o la respuesta a un mensaje sospechoso en el móvil. Por eso insiste en que la educación financiera debe dejar de ser un añadido marginal y convertirse en una herramienta central para formar ciudadanos críticos y responsables.