Juan Márquez: “Mientras esté en el gobierno, voy a intentar quitar el monumento a Franco de Santa Cruz”

El viceconsejero de Cultura, Juan Márquez, en los estudios de El Espejo Canario

El viceconsejero de Cultura, Juan Márquez, en los estudios de El Espejo Canario

El viceconsejero de Cultura del Gobierno de Canarias afirma que es una anomalía en cualquier país democrático.

El viceconsejero de Cultura del Gobierno de Canarias, Juan Márquez, afirma que, mientras esté en el Gobierno, seguirá trabajando para quitar el monumento a Franco de las calles de Santa Cruz de Tenerife: “Lo que quiero es cumplir con la ley”.

Asegura que el monumento franquista “no es cultura”, porque, a su juicio, no puede ser arte el “enaltecimiento de un criminal”. Recuerda que los técnicos de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna y del Cabildo de Tenerife no han encontrado valores artísticos a proteger en ese monumento: “Es una ofensa a las víctimas”. 

Poniendo palos en las ruedas

A este respecto, no entiende que un partido nacionalista, como Coalición Canaria, no se avenga a cumplir con la ley. Se pregunta qué pensarán sus militantes cuando muchos de los nacionalistas fueron represaliados por el franquismo. Entiende que el Ayuntamiento santacrucero ya tenía que haber retirado el monumento desde la aprobación de la Ley de Memoria Histórica en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero o, al menos, cuando se aprobó la ley canaria. Asegura que, para eso, no hacía falta que existiera un catálogo.

Entiende que no es necesario demoler el monumento, pues basta con taparlo, extraer las piezas y guardarlas en algún almacén, sin que se puedan exponer en ningún museo, ni siquiera militar. Pero señala que se están poniendo “muchos palos en la rueda”, a casi un recurso por semana: “Lo voy a intentar mientras esté en la Consejería”, señala, con el convencimiento de que cuenta con el apoyo de todo el Gobierno canario.

La necesidad de la política cultural

Juan Márquez, que es un firme defensor de las políticas culturales, asegura que el Gobierno canario no puede renunciar a una política cultural regional que vertebre a toda la comunidad canaria. 

Señala que, a su llegada a la Viceconsejería, había que recuperar los recortes que se habían hecho en los últimos años, afectando al 80% de las cuentas. Recuerda que en el año 2016, el presupuesto cultural era de unos 14 millones y hoy ha crecido un 64%. No obstante, indica que no solo era una cuestión de dinero, sino también de poner la gestión cultural a la altura del siglo XXI. 

Se satisface de que hoy haya crecido en un 15% el número de afiliados a la Seguridad Social en el sector cultural o que el empleo haya subido en un 7%, cifras que, en su opinión, es preciso consolidar y acrecentar en la próxima legislatura.

“Mafia cultural”

Sobre la existencia de una “mafia cultural” en las islas, Márquez señala que, cuando se plantean cambios, los sectores que llevan tiempo trabajando de determinada manera, “prefieren quedarse como están”. Afirma que no entró en el Gobierno para “pasar de puntillas”, sino para hacer una reforma cultural: “Las políticas culturales pertenecen a la ciudadanía”.

Apunta que si alguien piensa que los militantes de Podemos han entrado en política para arrodillarse ante los lobbies, “se ha equivocado de partido”. Recuerda que reciben “leña” todos los días y, aunque reconoce que en algún momento pueden errar en sus políticas, “no vamos a trabajar por los intereses de determinados empresarios”.

“Conspiraciones de pasillo” en Madrid

Sobre la fragmentación de la izquierda en Canarias, Márquez afirma que Podemos es un partido “sólido, de gobierno, que lleva años en las instituciones”. Recuerda que es producto de la confluencia de muchas sensibilidades de izquierdas y que mantienen la mano tendida a todas las fuerzas, “también a Alberto Rodríguez, que no se ha querido sentar con nosotros”. 

Lamenta que los que han estado con cargos orgánicos en Madrid, como es el caso de Meri Pita o del propio Alberto Rodríguez, hablen ahora de la “obediencia canaria”: “Me sorprende y me duele porque las conspiraciones de pasillo en Madrid me quedan muy lejos”. Les desea “lo mejor”, pero espera que haya una reflexión “profunda”.