Canarias afronta el Día Mundial de la Diabetes con una de las tasas más altas del país

Campaña del Gobierno canario en el Día Mundial de la Diabetes

Campaña del Gobierno canario en el Día Mundial de la Diabetes

El jefe de servicio de Promoción de la Salud de la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias, Juan Méndez, y la técnica de la Dirección General de Programas Asistenciales, Pilar Peláez, alertan de la dimensión que alcanza en el Archipiélago.

El jefe de servicio de Promoción de la Salud de la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias, Juan Méndez, y la técnica de la Dirección General de Programas Asistenciales, Pilar Peláez, alertan de la dimensión que alcanza la diabetes en el Archipiélago y apelan a reforzar la prevención y el diagnóstico precoz con motivo del Día Mundial de la Diabetes, que se conmemora cada 14 de noviembre. En una entrevista en El Espejo Canario, Méndez recuerda que en Canarias se estima una prevalencia de entre el 12% y el 15% de la población, con cerca de 208.463 personas afectadas, aunque solo en torno a 139.000 están diagnosticadas.

La situación es especialmente preocupante en la edad pediátrica, donde la incidencia de la diabetes tipo 1 se sitúa entre las más altas de España y del mundo. En el Archipiélago, cada año se diagnostican entre 30 y 36 nuevos casos por cada 100.000 niños, con una concentración particular en determinadas zonas de Gran Canaria. Ante este escenario, Méndez propone un marco de actuación basado en tres pilares: «El tratamiento y los cuidados de la persona con diabetes, tipo 1 y tipo 2; la detección precoz, porque hay un porcentaje importante de personas que no están diagnosticadas; y la prevención, evitar que las personas desarrollen la enfermedad».

Diabetes tipo 1 y tipo 2: dos realidades distintas

Peláez explica que la diabetes tipo 1 representa entre el 5% y casi el 10% del total y responde a un mecanismo autoinmune: «Es decir, es como una alergia, como otra enfermedad donde hay anticuerpos que se equivocan y que atacan a las células productoras de insulina». En estos casos, la fábrica de insulina queda destruida y es imprescindible comenzar el tratamiento con insulina desde el inicio, porque «no podemos vivir nadie sin insulina».

La diabetes tipo 2, en cambio, supone alrededor del 90% de los casos y «va más ligada a la herencia y hábitos de vida no saludables». Peláez subraya que en este tipo de diabetes pueden pasar muchos años hasta que la persona necesite insulina, gracias a un arsenal terapéutico amplio, pero advierte de que los fármacos no bastan si no se acompasan con cambios de estilo de vida. En ambos tipos, insiste, la alimentación equilibrada y la práctica regular de ejercicio son parte del tratamiento, no un complemento opcional.

Una enfermedad silenciosa que exige controles periódicos

Uno de los problemas de la diabetes tipo 2 es que puede evolucionar durante años sin síntomas claros. Los signos clásicos —sed intensa, necesidad frecuente de orinar o cansancio— aparecen con más frecuencia en la diabetes tipo 1. En la tipo 2, apunta Peláez, «para llegar a tener clínica puede llevar muchísimos años teniendo diabetes y no saberlo», lo que convierte la enfermedad en «silente, silenciosa totalmente».

Por este motivo, la experta defiende la necesidad de realizar cribados en población adulta con factores de riesgo, como sobrepeso, obesidad, vida sedentaria o hipertensión. Explica que se utilizan cuestionarios validados de ocho preguntas, en los que se tienen en cuenta los antecedentes familiares de diabetes, el peso, el perímetro de cintura o los hábitos de alimentación, para estimar el riesgo de desarrollar la enfermedad en los próximos diez años. A su juicio, «cualquier persona tendría que hacerse algunos chequeos anuales», y quienes acumulan factores de riesgo deberían someterse a un despistaje específico en su centro de salud para retrasar lo máximo posible la aparición de la diabetes tipo 2.

Méndez enlaza esta estrategia con el trabajo de promoción de la salud que se impulsa desde su departamento. Recuerda que los hábitos de vida saludables —alimentación equilibrada, ejercicio físico y evitar el sedentarismo, el sobrepeso y la obesidad— no solo reducen el riesgo de diabetes, sino también el de otras enfermedades crónicas. Por eso, la Dirección General de Salud Pública desarrolla programas en coordinación con la Consejería de Educación para educar desde la escuela «en cómo alimentarse, el ejercicio físico que tienen que hacer, evitar el sedentarismo», en un contexto en el que también se implementa un plan específico de prevención de la obesidad infantil.

Aprender a manejar la enfermedad

Además del diagnóstico precoz, Peláez pone el foco en la educación terapéutica de las personas que ya conviven con la enfermedad. Explica que, una vez establecido el diagnóstico, las revisiones periódicas —análisis, retinografías, exploración del pie diabético— solo serán efectivas si el paciente recibe formación sobre cómo cuidarse en el día a día. «Todas las personas deberían de tener educación sobre cómo manejar su enfermedad», señala, y detalla que esto abarca desde el tipo de calzado adecuado hasta la higiene diaria de los pies, pasando por el conocimiento de los propios factores de riesgo.

En esa línea, subraya que cuanto más sepa la persona con diabetes, mejor podrá tomar decisiones informadas sobre su tratamiento y su estilo de vida. La educación en autocuidados, afirma, es tan importante como las cifras de glucosa o la pauta de medicación. Méndez coincide y defiende un modelo de promoción de la salud que «empodere» a la ciudadanía: «La promoción de la salud es empoderar a las personas para que conozcan su propio estado de salud y adopten las medidas necesarias para mejorar su bienestar», explica, convencido de que la mejora de la salud no puede depender solo del sistema sanitario, sino también de las decisiones individuales.

La empresa, aliada del bienestar de las personas con diabetes

Con motivo del Día Mundial de la Diabetes, el Gobierno de Canarias lanza la campaña «Diabetes y bienestar en el trabajo. ¿Qué compañeros quieres para tu salud?», alineada con el mensaje de la Federación Internacional de la Diabetes, que este año se centra en el apoyo a las personas con diabetes en el entorno laboral. Méndez señala que se trata de aprovechar el impacto simbólico de la fecha para «visibilizar el importante problema» y recordar que la persona con diabetes puede desarrollar su actividad profesional con plena normalidad si cuenta con los apoyos necesarios.

Peláez insiste en que «la persona con diabetes es algo más que una glucosa, que una cifra» y defiende que son «perfectamente válidas, funcionales y eficientes», siempre que se les facilite el cuidado de su salud. Eso implica, por ejemplo, que en las cafeterías de empresa no solo se ofrezcan opciones ricas en azúcar, sino también alternativas saludables que beneficiarían al conjunto de la plantilla, o que se favorezca la práctica de ejercicio físico y la coordinación entre el servicio de prevención de riesgos laborales y el equipo sanitario que atiende a la persona.

Ambos expertos coinciden en que el Día Mundial de la Diabetes debe servir para reforzar la conciencia social sobre una enfermedad que, sin ser nueva, sigue creciendo y afectando a edades cada vez más tempranas. Canarias, con una de las prevalencias más elevadas del país, se enfrenta al reto de frenar esa tendencia. Para lograrlo, Méndez y Peláez reclaman un esfuerzo compartido: del sistema sanitario, de las escuelas, de las empresas y de la ciudadanía, en torno a un objetivo común que resumen en una idea sencilla: prevenir la diabetes cuando es posible y, cuando no lo es, lograr que las personas que la padecen vivan con la máxima calidad de vida.