Sidras Niebla revalida su prestigio en el CISGA y reivindica a Valleseco como «cuna de la sidra»

Salón Internacional de las Sidras de Gala (CISGA) | Foto: Gobierno de Canarias

Salón Internacional de las Sidras de Gala (CISGA) | Foto: Gobierno de Canarias

La propietaria de Bodegas FRP–Sidras Niebla, María Belén Rodríguez, celebra el nuevo reconocimiento obtenido en el Salón Internacional de las Sidras de Gala.

La propietaria de Bodegas FRP–Sidras Niebla, María Belén Rodríguez, celebra el nuevo reconocimiento obtenido en el Salón Internacional de las Sidras de Gala (CISGA), certamen celebrado en Gijón del 25 al 28 de septiembre, en el que ocho referencias canarias resultaron premiadas —seis platas y dos bronces— entre 207 elaboraciones de 68 lagares y 18 países. «Siempre nos hemos llevado algún reconocimiento», afirma, y reivindica que el mérito está en «el trabajo día a día, tanto en la parte agrícola como en la de elaboración», pese a la lejanía de las islas respecto a los grandes polos sidreros. 

Rodríguez explica que la bodega lleva «casi cuatro años» presentándose a competiciones y firmando resultados. Lo interpreta como un aval de continuidad: «Es un reconocimiento al esfuerzo y a la constancia», dice, que también confirma la recepción del público. La empresaria destaca además el papel de Canarias en esta edición del CISGA, con un balance regional que consolida la visibilidad de las sidras isleñas en un escaparate internacional. 

Del árbol a la copa: «el secreto está en el campo»

La productora resume su marco de trabajo con una idea que atribuye a su padre: «El secreto está en el campo». Enumera podas, riegos, abonado y seguimiento de las necesidades del frutal como cadena de decisiones que «se notan cuando recoges el fruto y, después, cuando elaboras la sidra». Ya en bodega, añade, «hay que estar encima y conocer el proceso», porque «no es tan fácil como parece». 

Filosofía ecológica y procesos cuidados

Bodegas FRP mantiene una «filosofía ecológica» en el cultivo y en la elaboración: «Conocemos sus beneficios y el esfuerzo que implica, y pensamos mantenerla en el tiempo», afirma Rodríguez. En la sidra natural —la tradicional, «la que se escancia»— apuestan por la fermentación del mosto con inoculación de levaduras y «sin aditivos ajenos al proceso». Para las espumosas, optan por las «gasificadas endógenas», esto es, la generación de carbónico dentro del propio producto. «Es una elaboración añadida, pero da un gran resultado», sostiene, algo que —subraya— reconocen clientes y jurados. 

Etiqueta negra: reineta gris y reineta blanca

La «etiqueta negra», best seller de la casa, parte de las variedades tradicionales de Valleseco —reineta gris y reineta blanca— y culmina con refermentación en botella «de la misma manera que se hace el champán o el cava». «Añadimos levadura dentro de la sidra y la dejamos refermentando durante un año aproximadamente», explica. El resultado es «una burbuja natural, más pequeñita, finita y mejor integrada». La bodega, abierta a visitas, no guarda «top secrets»: «Es un esfuerzo de todo el año y es difícil de copiar; por eso no tenemos problema en mostrar cómo lo hacemos», añade. 

Valleseco, kilómetro cero de la sidra grancanaria

Aunque la familia reside en Firgas, la fábrica está en Valleseco. «La cuna de la sidra de Gran Canaria», recalca Rodríguez, corrigiendo la confusión habitual sobre el origen. Allí se celebra la feria regional de la sidra, un espacio que permite a los elaboradores «reunirse, compartir experiencias y comparar campañas». 

La sidra canaria no se limita a Gran Canaria. «En Tenerife, por ejemplo, conocemos Chacerque y Posma; en La Palma, La Gomera y El Hierro también se elabora», señala Rodríguez. Las coincidencias, asegura, «son muchas más que las diferencias», y los encuentros regionales sirven para afinar técnicas y afrontar retos comunes, desde la disponibilidad de fruta hasta la estandarización de estilos.