El presidente de la Asociación de Vecinos El Pescador, Gabriel Rodríguez, señala que solo ocho cofrades, lo que hace muy difícil sostener así la institución.
La reciente disolución de la cofradía de pescadores de San Andrés ha generado profunda preocupación en la Asociación de Vecinos El Pescador, cuya vinculación con la actividad pesquera forma parte esencial de su razón de ser. Su presidente, Gabriel Rodríguez, expresa el sentimiento generalizado del vecindario: «La cofradía de pescadores representa parte de la historia de nuestro pueblo». San Andrés ha sido tradicionalmente un núcleo agrícola y pesquero, pero ambas actividades han ido decayendo con el tiempo.
«La agricultura desapareció y ahora la pesca se encuentra al borde de la extinción», lamenta Rodríguez. La escasa renovación generacional, unida a la caída de capturas y a la falta de apoyos públicos, ha contribuido a este escenario. «Desde pequeño recuerdo la playa llena de actividad pesquera. Hoy solo quedaban ocho personas dedicadas profesionalmente a la pesca. Con esa cifra, es muy difícil sostener una cofradía».
La lucha por rescatar la actividad pesquera
Desde la Asociación de Vecinos El Pescador, se han realizado gestiones constantes para evitar la desaparición del sector. Rodríguez recuerda que, en anteriores ocasiones, intervinieron para impedir la eliminación de las embarcaciones tradicionales en la playa y se reunieron con diferentes administraciones, incluida la Subdelegación del Gobierno.
En las alegaciones presentadas al plan general de ordenación, la asociación propuso expresamente la inclusión y conservación de la cofradía de pescadores, así como la creación de un espacio temático dedicado a la pesca. «Queremos que se fomente como un punto de enseñanza y de atracción para las nuevas generaciones», insiste Rodríguez. Sin embargo, lamenta que la cofradía haya desaparecido antes de que ese plan llegue siquiera a desarrollarse.
Pese a todo, desde el colectivo vecinal no tiran la toalla: «Seguimos luchando. Tenemos reuniones pendientes para ver si es posible rescatar la cofradía y devolverle la importancia que merece».
Un problema estructural de movilidad
El otro gran reto que enfrenta el barrio es el colapso del tráfico durante los fines de semana de verano, cuando la playa de Las Teresitas se convierte en destino masivo. «Este es uno de los principales problemas que sufrimos los vecinos cada verano», explica Rodríguez. Las colas para acceder al pueblo son recurrentes, y aunque se han instalado paneles informativos sobre el estado del aparcamiento, la medida resulta insuficiente.
«Se ha intentado fomentar el transporte público, pero no es viable para muchas familias con niños y utensilios de playa. Necesitamos una solución estructural», apunta. En este sentido, la asociación defiende la llegada del tranvía hasta San Andrés como una opción que aliviaría de forma eficaz la presión sobre la carretera de acceso.
El acceso al Parque Rural también en juego
San Andrés no solo es una zona residencial y de playa, sino también la puerta de entrada al Parque Rural de Anaga, declarado Reserva de la Biosfera. «La vía de acceso actual no tiene capacidad para absorber el volumen de visitantes, tanto los que van a Las Teresitas como los que se dirigen al Macizo de Anaga», señala Rodríguez.
En este contexto, la asociación reclama una revisión técnica en profundidad del trazado viario, además de mejoras en saneamiento y alumbrado. «Si no se actúa con visión de futuro, la saturación acabará expulsando al visitante y perjudicando a los negocios locales», advierte.
Una identidad en peligro
El presidente de la asociación resume el sentir del barrio: «Es una pena que una cofradía que forma parte de nuestra esencia desaparezca sin haber tenido la oportunidad de reinventarse o integrarse en el nuevo modelo de desarrollo». En su opinión, el rescate de la actividad pesquera y la mejora de la movilidad son claves para proteger la identidad y el futuro de San Andrés. «Estamos en vigía constante. Como vecinos, no podemos permitir que San Andrés pierda lo que lo hace único».