Carlos Rivero: «Mi obra dialoga con la sombra que todos llevamos dentro»

Carlos Rivero en los estudios de El Espejo Canario

Carlos Rivero en los estudios de El Espejo Canario

➤ «Dibujar me produce un enorme placer, es una forma de sacar fuera lo que no conocía de mí» ➤ «Hay que dialogar con la parte más incómoda de uno mismo o terminará devorándote» ➤ «La exposición ‘Dulces sueños’ es una inmersión en un mundo oscuro, pero necesario»

Carlos Rivero, escultor, ceramista, pintor y editor de libros de artista, ofrece una obra profundamente personal, forjada en la introspección, alejada de las modas y de las exigencias del mercado. Afirma que su carrera se desarrolla «al margen de otras tendencias», pese a reconocerse deudor de figuras clave del arte en Canarias. Rivero propone un arte incómodo, que interroga, que sacude, que obliga al espectador a enfrentarse a sus propias sombras. Su exposición más reciente, «Dulces sueños», presentada en el TEA tras itinerar por espacios de Madrid y Candelaria, se convierte en una experiencia inmersiva que «te obliga a pensar muchas cosas».

Un arte para el conflicto interior

El artista no se refugia en lo decorativo: «La exposición se llama ‘Dulces sueños’, pero en realidad es una ironía. Es una pesadilla tremenda», afirma. A través de acuarelas, cerámicas, tintas chinas y piezas de videoarte, Rivero explora estados emocionales como la ansiedad, la angustia y el desasosiego. Su propósito es claro: «Planteo a la gente entrar en un mundo donde no te vas a sentar en un sillón cómodo, sino en una silla recta, en tensión». En ese tránsito interior, propone una estética que es a la vez atractiva y turbadora, una contradicción deliberada para propiciar el cuestionamiento.

Una mirada introspectiva desde la pintura

Aunque ha trabajado en múltiples formatos, Rivero considera que todo parte de la pintura: «Desde la pintura se entiende todo mi trabajo». En su proceso creativo, busca alcanzar zonas desconocidas de sí mismo: «Cada vez que entro al estudio intento sacar algo que no conocía de mí». Su lenguaje se articula a través del expresionismo y de una simbología que se alimenta de lo onírico, de lo atávico y de lo subconsciente. «Hablar de la sombra», dice, «es hablar de lo que cuesta reconocer de uno mismo, pero que es necesario mirar para no ser devorado por ello».

Néstor, el hermetismo y el arte como identidad

Aunque estéticamente muy alejado de Néstor Martín-Fernández de la Torre, Rivero se declara interesado por la dimensión simbólica y esotérica de su obra: «El hermetismo en el arte me interesa mucho». Lamenta el prolongado cierre del Museo Néstor y valora que exposiciones como la presentada en Madrid hayan ayudado a redescubrir su legado desde otra perspectiva. Cree que ver arte canario fuera del Archipiélago permite reformular identidades: «Ver desde fuera lo que uno es aquí también ayuda a saberse otro».

Persistencia y resistencia

Rivero no disimula las dificultades de vivir del arte en Canarias: «He vivido brevemente de esta profesión; he ido parcheando, dando talleres, haciendo clases particulares». Aun así, no ha dejado de producir y de exponer. Su última muestra ha tenido lugar en el espacio Agüita de Santa Cruz de Tenerife, donde reunió cerámicas, acuarelas y óleos en una especie de eco de «Dulce sueño». No trabaja con angustia, asegura: «Dibujar me relaja. Para mí es un enorme placer». Y mientras escucha a The Cure o a Sakamoto en su estudio, continúa ahondando en ese territorio interior que su obra —visceral, exigente, incómoda— obliga a reconocer.