Tilly Norwood, una actriz de IA, camino de Hollywood

Tilly Norwood | DM

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El escritor y guionista Javier Chavanel se hace eco de este caso de desarrollo de la IA y alerta de que «el ojo está perdiendo la capacidad de distinguir qué es real y qué no».

Javier Chavanel, escritor y guionista, inicia su repaso semanal a la actualidad cultural con el fenómeno de Tilly Norwood, «una actriz hecha por la inteligencia artificial» que, según explica, ya suscita el interés de agencias y productoras con vistas a su fichaje para proyectos en la gran industria. La irrupción del personaje —creado por la actriz holandesa Elijn van der Velden junto a una empresa tecnológica— abre, dice, un territorio inquietante donde «la distinción entre realidad y ficción» se diluye a ojos del público. 

Chavanel detalla que hay productoras que ya están en conversaciones con la representación de Tilly Norwood «para que actúe en una película de Hollywood», después de que circularan vídeos y sketches en redes donde la intérprete virtual «imita cosas de programas americanos». Sostiene que «ya parece una actriz normal» y que de ahí el interés de «varias agencias de actores» por «representarla», paso previo a convertirla en «películas, series, o campañas publicitarias». 

La frontera borrosa entre lo real y lo sintético

El guionista subraya que «el ojo está perdiendo la capacidad de distinguir qué es real y qué no» cuando se observan las fotos y los vídeos de Tilly Norwood. Recuerda que su creadora, tras compararla con referentes como Scarlett Johansson o Natalie Portman, defiende el proyecto como «obra de arte», «una forma de expresión… como pintar un cuadro», mientras crece la polémica sobre su uso industrial. «No sabemos a alcance real cómo la van a utilizar», afirma. 

Alarma en el sector: «no sustituir la labor humana»

Chavanel encuadra el fenómeno en un debate más amplio que ya agitó la huelga de 2023: «el sindicato de guionistas ya habían avisado de estos problemas» y «el sindicato de actores vuelve a recordar que ninguna inteligencia artificial puede sustituir la labor artística de un humano». Menciona el malestar de intérpretes como Emily Blunt o Whoopi Goldberg y califica el escenario de «preocupante» por sus derivadas laborales y éticas. 

Seguidores, bots y la «omnipresencia» que contesta a todo

En España, comenta, una figura similar «tiene ya 400.000 seguidores en su Instagram», aunque advierte de que «a veces los seguidores pueden ser bots». Lo distintivo, añade, es la capacidad de respuesta: «La IA puede hacerlo, porque no descansa 24 horas y está omnipresente», lo que alimenta la confusión y la ilusión de contacto directo: «Yo puedo hablar con este famoso aunque sea una IA». 

Anderson, los Coen y la incomunicación: el otro espejo

En la charla, Chavanel comenta también Una batalla tras otra, la última película de Paul Thomas Anderson, que le «deja muy buen sabor de boca» por su ritmo y montaje, aunque le desconcierta el vaivén tonal entre comedia y drama. Le «recuerda mucho» a los Coen —en particular al espíritu de El gran Lebowski—, con un protagonista de aire «hippie» que «no sabe ni por dónde le viene el aire», y destaca la partitura «machacona y casi siniestra» de Jonny Greenwood y «una fotografía muy oscura, muy tenebrosa». A su juicio, la cinta «habla de la falta de diálogo»: en ella «no hay diálogo» ni entre los personajes, y lo que impera «son las armas» en ambos extremos políticos. 

Un libro para pensar el mundo desde fuera: Orbital

Chavanel recomienda Orbital, de Samantha Harvey, «un libro hipnótico» situado en una estación espacial que, más que ciencia ficción, explora la psicología de sus tripulantes: la disciplina para no «volverse loco» ante «16 amaneceres y 16 anocheceres diarios», la fragilidad física tras la microgravedad y la perspectiva de insignificancia cuando se observa la Tierra «desde fuera». «Está entre el ensayo y la novela», dice, y abre preguntas filosóficas sobre quiénes somos y cómo percibimos el tiempo.