La abeja negra canaria: una señal de identidad que se debe preservar

Colmenas de abeja negra | Foto: Gobierno de Canarias

Colmenas de abeja negra | Foto: Gobierno de Canarias

El catedrático de Reproducción Animal, Anselmo Gracia Molina, nos explica un proyecto que pretende recuperar la docilidad y la productividad de este ejemplar.

El Cabildo de Gran Canaria y el Instituto Universitario de Sanidad Animal y Seguridad Alimentaria de la ULPGC han firmado un convenio que contempla una inversión de 198.000 euros hasta 2028 para conservar y mejorar la abeja negra canaria. El catedrático de Reproducción Animal, Anselmo Gracia Molina, responsable del proyecto, explica que el objetivo es desarrollar un programa de selección que garantice la preservación genética y aumente la productividad de esta raza local, adaptada al entorno del Archipiélago tras siglos de evolución.

Selección genética para asegurar el futuro

Gracia afirma que «el convenio permite estudiar las características morfológicas y productivas de las colmenas», midiendo parámetros como la resistencia a enfermedades, la mansedumbre o la eficiencia en la recolección de néctar. «Queremos recuperar la docilidad y la productividad de la abeja negra canaria», subraya. La hibridación con razas importadas ha derivado en abejas más agresivas y menos adecuadas para las condiciones climáticas locales, lo que justifica la necesidad urgente de reforzar su pureza genética.

Una amenaza silenciosa: la importación de razas foráneas

El investigador alerta de que las importaciones frecuentes de otras razas de abejas, a menudo más atractivas por su mayor tamaño o supuesta productividad, provocan una «contaminación genética» que termina perjudicando al ecosistema apícola canario. «Estas abejas no están adaptadas al medio insular, y su cruce con la raza local genera individuos más agresivos, difíciles de manejar por los apicultores», señala. Entre los efectos más problemáticos, destaca el incremento de las picaduras y el riesgo de reacciones alérgicas graves en la población.

La polémica del Hierro: ¿santuario de abejas foráneas?

Gracia también se pronuncia sobre el caso de El Hierro, donde algunos apicultores se oponen a mantener la pureza genética de la abeja negra canaria. «Convertir el Hierro en un santuario para especies foráneas es un error», asegura. A su juicio, la comunidad científica coincide mayoritariamente en la necesidad de conservar las razas autóctonas como garantía de sostenibilidad. En contraste, destaca que en islas como La Palma o Gran Canaria existe un mayor compromiso con la apicultura tradicional.

Recuperar el orgullo por lo local

La solución, sostiene Gracia, pasa por una mayor implicación de los apicultores. «Todo depende del convencimiento y el orgullo que sientan por su raza local», defiende. «Tener una abeja negra canaria no sólo es una cuestión productiva, también es un símbolo de identidad». En este sentido, el programa persigue no solo mejorar la genética, sino fomentar el prestigio de una abeja que ha evolucionado en simbiosis con la flora canaria.

Un reto con impacto social

Más allá de los aspectos técnicos, Gracia recuerda que una apicultura basada en especies agresivas no solo pone en riesgo la producción, sino que también puede generar problemas de seguridad para la ciudadanía. «La hibridación nos lleva a tener animales que atacan nada más abrir la colmena, y eso complica el trabajo y puede poner en peligro a los vecinos», concluye. De ahí la importancia de este convenio, que busca asegurar una apicultura sostenible, segura y adaptada a las islas.