El responsable del Programa de Prevención y Control de Tabaquismo de la Dirección General de Salud Pública del Servicio Canario de Salud, Antonio Torres Lana, señala que la nueva ley prevé limitar el consumo en interiores, espacios deportivos y terrazas… «y eso funciona».
El responsable del Programa de Prevención y Control de Tabaquismo de la Dirección General de Salud Pública del Servicio Canario de Salud, Antonio Torres Lana, advierte de los riesgos reales de los nuevos productos de nicotina —vapeadores y cigarrillos electrónicos— y reivindica el papel de la escuela como espacio clave para frenar su expansión entre menores. «Se han presentado como inocuos, pero no lo son: contienen propilenglicol y glicerina —entre otros— que, inhalados, irritan la vía aérea; además incorporan metales pesados y, con nicotina, generan adicción y efectos cardiovasculares», resume.
Torres Lana subraya que el supuesto «vapor» no es una simple niebla: los componentes que permiten su generación, seguros por vía oral en determinados niveles, cambian por completo su impacto cuando se inhalan. «Desde el primer uso hay irritación», insiste, alertando del perjuicio en adolescentes, el grupo donde más crece la presencia de estos aparatos en la calle. El problema no es solo individual: normalizan un gesto que vuelve a hacerse visible tras años de retroceso del tabaquismo.
Efecto puerta de entrada
Aunque el consumo de cigarrillos convencionales entre 14 y 18 años mantiene la tendencia a la baja, los vapeadores se disparan y, con ellos, el riesgo de transición al tabaco tradicional. «Muchos fumadores jóvenes empezaron con cigarrillos electrónicos», advierte. La accesibilidad, los aromas y la percepción de inocuidad alimentan esa escalera de entrada.
Una ley más estricta y el poder del ejemplo
En el anteproyecto de la nueva ley antitabaco, Torres destaca medidas «muy positivas» que restringen el consumo de vapeadores y cigarros electrónicos en interiores, espacios deportivos, algunos entornos al aire libre y terrazas. El objetivo es cortar la asociación entre ocio y consumo y reducir la visibilidad del gesto entre menores. «Ya se ha visto en otros países que funciona», recuerda, y apela al aprendizaje de etapas recientes: durante la pandemia, la prohibición en terrazas se cumplió mayoritariamente y contó con amplia aceptación social. «Se anuncian catástrofes que luego no ocurren; la población entiende que se trata de proteger la salud de todos».
Ites plus: 25 años de prevención continuada
La respuesta educativa se articula en el programa ITES Plus, activo en Canarias desde hace 25 años y hoy actualizado a las nuevas formas de consumo. Se desarrolla mediante talleres desde 1º a 4º de ESO y combina información —tabaco, alcohol, cigarrillos electrónicos, bolsas de nicotina y nuevos productos— con entrenamiento en habilidades: comunicación asertiva para mantener la decisión de no consumir y resistencia a la presión del grupo. «Uno fuma porque fuman sus amigos; trabajamos para que sepan decir no sin perder su vínculo social», explica el responsable. La intervención se apoya en el profesorado, «los verdaderos profesionales» que trasladan los contenidos en el aula.
Los datos sostienen la estrategia: «Al final del programa, la prevalencia del alumnado que fuma es menos de la mitad que si no hubiera hecho el programa, y eso incluye el cigarrillo electrónico», asegura Torres. En el último curso participaron 110 centros de toda Canarias, con una adhesión voluntaria de entre 18.000 y 19.000 estudiantes. En el tramo de 15 a 29 años, la última Encuesta de Salud de Canarias registra un aumento de ocho puntos en el grupo que nunca ha fumado, «por encima de la media nacional», un indicio del efecto acumulado de las actuaciones escolares y comunitarias.
ITES Plus se ha consolidado como un programa «sostenible»: materiales gratuitos, integración sin traumas en la programación académica y buena valoración por parte de los centros. Cada edición arranca con formación específica del profesorado y devolución de resultados del curso anterior. Las actividades en aula comienzan en enero, una secuencia que facilita la incorporación de nuevos institutos interesados. «Se trata de mantener el esfuerzo: lo que hacemos funciona y conviene seguir haciéndolo», concluye Torres.