El proyecto Mejora acerca los recursos sociales a las personas sin hogar con adicciones en Gran Canaria

Esther Monzón durante la presentación del Proyecto Mejora | Foto: Gobierno de Canarias

Esther Monzón durante la presentación del Proyecto Mejora | Foto: Gobierno de Canarias

Su coordinadora y trabajadora social, Yasmina Martel Cabrera, explica que la iniciativa nace con una premisa clara: dejar de esperar a que la gente llegue a los recursos y ser los propios recursos los que se acerquen a quienes duermen en plazas, portales o bajo un puente.

El proyecto Mejora de la Fundación Canaria Yrichen se sitúa cada día en las calles de Gran Canaria para acompañar a personas sin hogar que arrastran adicciones y problemas de salud mental. Su coordinadora y trabajadora social, Yasmina Martel Cabrera, explica que la iniciativa nace «por las necesidades que se detecta de colaborar con las personas que están en situación de calle», con una premisa clara: dejar de esperar a que la gente llegue a los recursos y ser los propios recursos los que se acerquen a quienes duermen en plazas, portales o bajo un puente.

Martel señala que, en Las Palmas de Gran Canaria, el proyecto atiende actualmente aproximadamente a diez personas y a nivel isla a unas veinte, priorizando perfiles como mujeres en situación de violencia de género, menores de 30 años y personas con adicciones en situación de sinhogarismo, sin excluir a otros casos que también necesitan acompañamiento.

Un equipo móvil que abre puertas

Frente al modelo tradicional en el que las personas debían acudir por su cuenta a los servicios sociales o sanitarios, Mejora propone un equipo móvil de calle que busca a quienes no llegan a tocar ninguna puerta. «Nuestra labor principal es acercar los recursos sociales a estas personas», explica Martel. El equipo recorre los puntos donde se concentra el sinhogarismo y realiza una primera entrevista para detectar necesidades.

A partir de ahí, el objetivo es conectar a cada persona con los recursos adecuados: unidades de atención a las drogodependencias (UAD), comedores sociales, centros de salud, hospitales, servicios sociales de zona o entidades del tercer sector. «Intentamos que la persona conozca los recursos que existen y las acompañamos a colaborar con ellos», resume.

Itinerarios terapéuticos personalizados y trabajo en red

El proyecto funciona sobre la base del trabajo en red. Las personas pueden llegar derivadas por otros profesionales, que envían un correo al equipo Mejora con un breve informe. «Nosotros hacemos una entrevista inicial con esta persona y el profesional de referencia y, una vez que detectamos las diferentes necesidades, intentamos vincularnos a los diferentes servicios que pueden ayudarle», explica Martel.

La persona se convierte en el eje central del proceso, conectada con los distintos recursos: comedores, servicios sociales, centros de salud, unidades de salud mental o recursos alojativos. «Trabajamos con la persona siempre con unos objetivos marcados y respetando no pisarnos con el resto de entidades», añade, subrayando que mantienen contactos frecuentes con los otros equipos para coordinar el seguimiento.

En el ámbito de las adicciones, el primer paso suele ser la vinculación a una UAD. Desde allí se combinan tratamientos farmacológicos —por ejemplo, metadona— con la intervención de profesionales de trabajo social, psicología y medicina. «Una vez que la persona ha realizado el proceso y se entiende que está preparada para entrar en una comunidad terapéutica, desde el propio proyecto se propone a su trabajador social de referencia», explica. Estas comunidades, con estancias de unos seis meses, son recursos alojativos diseñados para trabajar de forma intensiva el consumo.

Falta de recursos alojativos y saturación de plazas

Martel constata que el déficit de recursos alojativos es un problema común en distintos municipios del archipiélago. En el caso de Las Palmas de Gran Canaria, recuerda que el Ayuntamiento dispone de centros de baja, media y alta exigencia, además de pensiones concertadas como recurso de espera, pero el sistema se ve desbordado por las limitaciones de plazas, diferenciadas para mujeres y hombres.

En su opinión, la respuesta pasa por una doble vía: «Harían falta más recursos alojativos y más personas que se acerquen a trabajar con las personas en la calle y detecten la verdadera necesidad». Subraya que no siempre el problema principal es la falta de alojamiento, porque algunas personas conservan redes de apoyo familiares o sociales. Por eso insiste en la importancia de evaluar en profundidad cada caso antes de adjudicar una plaza que quizá alguien no pueda aprovechar plenamente.

El desgaste emocional del equipo y la gestión de la frustración

El trabajo de calle no solo exige tiempo y recursos materiales, sino también una fuerte implicación emocional. «Cuando comienzas, todos los casos los ves como un reto y te quieres como comer el mundo», admite Martel. Las personas usuarias plantean objetivos muy ambiciosos y los profesionales necesitan «aterrizar» y recordar que es necesario «empezar por la base» e ir escalando poco a poco.

La realidad de las adicciones obliga a convivir con las recaídas y los retrocesos. «Una adicción es muy complicada de dejar, es un trabajo bastante duro», señala. La palabra que más se repite en su equipo es «frustración»: la sensación de que una persona «no consigue esto» o «no es tan rápido» como se esperaba. Con el tiempo, asegura, el enfoque cambia: «Un pasito, por muy pequeño que sea, es todo un logro». Ver a alguien que dormía bajo un puente «en una comunidad terapéutica, más normalizado, con mejor salud y más peso» se convierte en un motivo de enorme satisfacción.

«Hay salida, siempre y cuando la persona quiera»

Pese a las dificultades, Martel se muestra convencida de que la recuperación es posible: «Hay salida, siempre y cuando la persona quiera. Hay recursos, es cierto que llevan su tiempo, pero hay salida». El papel del proyecto, subraya, no es dirigir la vida de nadie, sino acompañar: «Nosotros somos meros acompañantes, personas que les apoyan, que nunca les empujan, sino que la acompañan al lado».

A quienes consumen y aún no han pedido ayuda, les lanza un mensaje directo: «Que pidan ayuda, que no tengan miedo, que no tengan vergüenza». Recuerda que el estigma y el «qué dirán» pesa especialmente sobre las mujeres, pero insiste en que existen equipos preparados para atender sin juicios. «Tenemos ya una carrera, una empatía, sabemos de lo que estamos hablando, nada nos va a sorprender y cualquier cosa que nos planteen va a ser todo un reto para nosotros», afirma.

Las personas interesadas pueden contactar con el proyecto Mejora a través del correo proyecto.mejora@fundacionyrichen.org

 y del teléfono 621 15 38 49, donde un equipo especializado les acompañará en los primeros pasos para salir de la calle y afrontar la adicción.