El técnico de la Dirección General de Salud Pública Eduardo García Ramos detalla las claves del Plan de Prevención de las Altas Temperaturas en Canarias
El archipiélago canario afronta un verano marcado por elevadas temperaturas y niveles de radiación ultravioleta extremadamente altos. Ante esta situación, la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias activa cada año el «Plan de Prevención de las Altas Temperaturas», que se desarrolla desde el 15 de mayo hasta el 30 de septiembre y que busca reducir el impacto del calor sobre la salud de la población, especialmente la más vulnerable.
Eduardo García Ramos, técnico de esta dirección general y coordinador del plan, advierte que aunque el calor pueda parecer inofensivo, puede tener consecuencias graves si no se toman las medidas adecuadas. «El calor es fácil de combatir, pero no por eso debemos confiarnos», señala, y recuerda que las muertes por golpe de calor suelen producirse en contextos donde no hay acceso inmediato a asistencia sanitaria, como ocurre con senderistas o personas sin hogar.
Zonas de meteorosalud y niveles de riesgo
El plan divide el archipiélago en trece zonas de «meteorosalud», con tres en cada una de las islas mayores (Tenerife, Gran Canaria y La Palma) y una en cada una de las islas restantes. Cada zona tiene asignado un umbral específico de temperatura, a partir del cual se considera que existe un riesgo relevante para la salud pública. Si ese umbral se supera durante tres días consecutivos, se activan los niveles de alerta: amarillo, naranja o rojo.
«La clave está en detectar con antelación cuándo se va a superar ese umbral. Así podemos avisar a la población con al menos 24 o 48 horas de antelación», explica García Ramos. Gracias a la colaboración con la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), el plan trabaja con previsiones a siete días vista, lo que permite adaptar rutinas laborales, escolares, deportivas o festivas a tiempo.
El cálculo de los niveles de riesgo se basa en una fórmula que compara la previsión térmica con el umbral de cada zona, multiplicada por un factor que actualmente es 1, aunque se estudia introducir variantes que tengan en cuenta factores como la edad de la población o la temperatura nocturna.
La radiación solar: el gran enemigo silencioso
Además del calor, Canarias se enfrenta a otro desafío que pasa más desapercibido: la radiación ultravioleta. Según García Ramos, el archipiélago registra los índices más altos de Europa, con mediciones que han llegado a alcanzar el nivel 15 en Izaña. «Ya desde abril estamos en riesgo alto, y se prolonga hasta noviembre. No podemos limitar el uso de protección solar a la playa ni al verano», afirma.
«El problema grave de la radiación no es la quemadura puntual del turista, sino la exposición crónica del residente que no se protege. Tenemos que usar crema solar en cualquier excursión, incluso en los merenderos», insiste.
Las mediciones de radiación se realizan cada cinco días y se utilizan sensores distribuidos por todo el territorio. En lugares como el Valle de Ucanca, donde la arena refleja la radiación, los niveles pueden ser incluso más altos que en zonas de altitud similar.
Grupos de riesgo y medidas preventivas
El plan establece una vigilancia especial sobre los grupos más vulnerables: menores de cuatro años, mujeres embarazadas, personas mayores de 65 años, enfermos crónicos, personas con trastornos cognitivos, usuarios de determinados tratamientos, personas con obesidad mórbida y, en especial, quienes viven solos o en situación de calle. «Son estos colectivos los que más riesgo tienen ante una ola de calor», subraya.
El protocolo recomienda adaptar las actividades programadas con antelación suficiente: posponer o modificar horarios de actividades al aire libre, reforzar la hidratación en residencias y centros de mayores, contar con personal sanitario en eventos deportivos o distribuir agua en romerías y actos populares.
Una cultura de prevención
A pesar de los avisos emitidos desde la administración, García Ramos reconoce que aún falta conciencia sobre el riesgo real que suponen el calor y la radiación. «Muchas veces se perciben como amenazas lejanas o inevitables, pero con sentido común se pueden evitar situaciones graves», apunta. Entre las recomendaciones básicas figuran beber agua con frecuencia, evitar el sol en las horas centrales del día, usar sombrero, gafas de sol y protector solar, y limitar la actividad física intensa.
«No tenemos más desgracias porque normalmente el entorno reacciona rápido: basta con sacar a la persona del sol, refrescarla, levantar las piernas y avisar al 112», concluye. Pero si esa ayuda no llega a tiempo, como ocurre en rutas de senderismo aisladas, el desenlace puede ser fatal.
García Ramos anima a seguir con atención los comunicados de la Dirección General de Salud Pública, que se difunden a través de medios de comunicación y redes sociales, y recuerda que cada vez más instituciones, empresas y entidades se están organizando mejor para adaptarse al nuevo contexto climático del Archipiélago. «Estamos mejorando, pero aún queda mucho por hacer», señala.