Juan Manuel Méndez, jefe del Servicio de Promoción de la Salud del Gobierno de Canarias, alerta sobre la dimensión del problema y presenta el nuevo plan autonómico de prevención.
Canarias presenta una de las tasas más altas de sobrepeso y obesidad infantil de Europa. Según datos recientes, el 45 % de los niños entre 6 y 9 años en el Archipiélago padece algún grado de exceso de peso. Juan Manuel Méndez, jefe del Servicio de Promoción de la Salud de la Dirección General de Salud Pública, define la situación como «una epidemia del siglo XXI» y advierte de que el Archipiélago está «peor que la media española y que el entorno europeo más próximo».
El especialista identifica un «ambiente obesogénico» que incluye sedentarismo, consumo de alimentos ultraprocesados, uso abusivo de pantallas y falta de información en muchas familias. «A medida que baja el nivel sociocultural, aumenta la prevalencia de obesidad. La formación y la información son claves para elegir mejor», afirma.
El nuevo plan de prevención
Para revertir esta tendencia, la Consejería de Sanidad, en colaboración con la Consejería de Educación, ha puesto en marcha el Plan de Prevención de la Obesidad Infantil de Canarias. Tiene una duración prevista de cuatro años y combina acciones de información, formación y sensibilización para el conjunto de la sociedad.
«Este plan promueve la alimentación saludable, la actividad física y la reducción del sedentarismo. Pero también incorpora el bienestar emocional como un eje clave», explica Méndez. Las acciones ya han comenzado en centros educativos y se ampliarán con campañas de comunicación dirigidas a familias, personal docente y profesionales sanitarios.
Niños sedentarios, hogares sin tiempo
El entorno familiar y social también condiciona los hábitos alimentarios. Méndez subraya que el ritmo de vida actual —marcado por la prisa, el estrés y la falta de tiempo para cocinar— es determinante. «Muchos padres recurren a comidas precocinadas e industrializadas porque no tienen tiempo o formación. Y los niños pasan horas ante pantallas en lugar de estar activos», lamenta.
El experto insiste en que comer bien no es necesariamente caro: «Una manzana, un plátano, una ensalada o un potaje son alimentos saludables y asequibles. El problema es más de tiempo, de hábitos y de conocimientos que de precio».
Educación, renta y desigualdad alimentaria
El plan autonómico pone el foco en la educación como factor de cambio. Según Méndez, los datos muestran una relación directa entre nivel de renta, acceso a la formación y calidad de la alimentación. «Los niveles socioeconómicos más bajos consumen cinco veces más bebidas azucaradas al día que los más altos. Eso indica una menor percepción del riesgo», detalla. Para el jefe de servicio, esta brecha solo puede cerrarse con una política sostenida de educación nutricional desde la infancia.
Además, advierte de que «más del 50 % de los niños con obesidad serán adultos obesos», lo que convierte el abordaje precoz en una inversión en salud a largo plazo.
Consecuencias físicas y emocionales
La obesidad infantil no solo compromete la salud física. También tiene un impacto psicológico evidente. «El exceso de peso puede convertirse en un estigma que afecte a la autoestima y a la salud mental de los menores», señala Méndez. Por eso, el plan contempla también acciones orientadas a promover el bienestar emocional en el entorno escolar.
Frente al auge de una estética basada en la imagen, el especialista recuerda que «esto no tiene que ver con la pasarela, sino con la salud. Queremos niños que crezcan sanos y felices, y adultos que lleguen con buena calidad de vida a la edad adulta».
Canarias: a la cabeza… para mal
La situación de Canarias, junto con otras comunidades del sur peninsular como Andalucía, es significativamente peor que la de otras regiones del norte de España. Méndez lo atribuye a «una menor renta media, una cultura alimentaria debilitada y un menor nivel formativo». Aunque reconoce que se está avanzando en hábitos saludables en parte de la población adulta, considera que los esfuerzos deben concentrarse en la infancia. «Es ahí donde tenemos que invertir, y cuanto antes», concluye.