El amor está en los pronombres

Baruch Spinoza | ARCHIVO

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Las periodistas Marian Álvarez y Javier Moreno debaten a propósito de la celebración, este domingo 14 de febrero, del día de los enamorados.

Moreno señala que el amor entre personas no ha sido nunca un tema central para la filosofía, disciplina que, paradójicamente, incluye la palabra en su nombre. Así, dice, la expresión que ha tenido más fortuna, la de ‘amor platónico’ “ni trata del amor entre humanos ni es propiamente platónica”. 

Señala que, tal vez, la mejor definición del amor, por su simplicidad, la proporcionó Baruch Spinoza (1632-1677) cuando dijo que era el sentimiento de alegría por una causa externa. Una definición así, afirma Moreno, tiene la virtud de situar el centro de gravedad de la cuestión del amor en la tensión entre un sujeto que siente alegría y aquello que la motiva, lo cual, para Spinoza puede ser cualquier persona o cosa. Así, el amor a Dios, a un perro, al cine o a una persona en concreto no serían más que modalidades del mismo sentimiento y no formas metafóricas de referirse a una originaria forma de amar. Lo único que queda fuera de la definición es el amor a uno mismo porque, por definición, no puede ser amor por faltar el elemento externo.

Spinoza no tuvo éxito en el amor. Se enamoró de una chica que no le correspondió y, sin embargo, señala Moreno, nos legó una declaración de amor bastante original: “Sería menos feliz si no existieses”, la cual, al igual que sucede con el clásico “Te quiero”, incluye la referencia a las dos palabras más básicas de cualquier idioma: “yo” y “tú”. Ambas palabras, que son las que posibilitan la individuación, permiten formar, paradójicamente, ese inestable “nosotros”, o “nosotras”, que nace con la vocación, raramente lograda, de trascender a los individuos sin suprimirlos.