Parlamentarios canarios recuerdan sus vivencias en el golpe de estado del 23F

El exsenador de UCD por Santa Cruz de Tenerife, Alfonso Soriano, y el diputado del mismo partido por Las Palmas, José Miguel Bravo de Laguna, coinciden en el temor que sintieron en aquellas horas.

El exsenador de UCD por Santa Cruz de Tenerife, Alfonso Soriano, mantiene el recuerdo “totalmente vivo” de lo sucedido en la tarde del 23 de febrero de 1981 y la madrugada siguiente: “No se me olvidará jamás un impacto de esa naturaleza”. Responde “por supuesto” cuando se le pregunta si temió por su vida, ya que, al escuchar los disparos, creyó que estaban matando a diputados. Asegura que todos pasaron miedo y que los únicos que mantuvieron “el tipo” fueron el presidente del gobierno, Adolfo Suárez, el ministro de Defensa, el general Manuel Gutiérrez Mellado, y el diputado del Partido Comunista, Santiago Carrillo. 

Señala que la reacción “unánime” a favor de la Constitución y la democracia tras la intentona golpista fue una “vacuna” para que no volviera a suceder. Sin embargo, lamenta que tras el “golpe de estado” en Cataluña el 1 de octubre las reacciones hayan sido “muy distintas”. Asegura que hoy está en riesgo la democracia por la “extrema izquierda” y los partidos que quieren “cargarse la democracia”.

Golpes de estado simultáneos

Por su parte, José Miguel Bravo de Laguna, por aquel entonces diputado de UCD, coincide en que también temió por su vida: “Hubo una situación de miedo generalizado, pensamos que estaban disparando al gobierno”. A su juicio, había dos golpes de estado que se abortaron recíprocamente: “Tejero y Milans querían un golpe duro”, pero el general Alfonso Armada prefería un simulacro de elección en el que el candidato fuera él mismo “pero Tejero le impidió el acceso al Congreso”. Asegura que se cometieron varias “chapuzas”.

Bravo de Laguna considera que el riesgo para la democracia lo constituyen hoy los “antisistemas” y “anti régimen del 78”, que, a su juicio, “están en contra de la única Constitución de concordia incluso desde el mismo gobierno”. Señala que toda democracia tiene problemas, “pero es el menos malo de los sistemas”. Señala que hoy no hay riesgo de golpe militar. Ve más desafíos por parte del independentismo y de que “lo público sea tan apabullante que colapse al sector privado”.