«La guerra que estamos ganando»

«Es una certeza que la UE está atada de pies y manos, cantando la triste victoria de alguien que ya ha sido derrotado de antemano» | Foto: Pixabay

«Es una certeza que la UE está atada de pies y manos, cantando la triste victoria de alguien que ya ha sido derrotado de antemano» | Foto: Pixabay

Comentario inicial de Francisco J. Chavanel en El Espejo Canario.

Francisco J. Chavanel

La guerra trae hielo, frío, nieve y mortaja. Algún politólogo famoso como Francis Fukuyama dice en la prensa que Rusia tiene perdida la guerra aún ganándola. Habla de una derrota total a causa de una estrategia incompetente, basada en la hipótesis equivocada de que los ucranios eran partidarios suyos y su ejército se derrumbaría inmediatamente después de la invasión. Dice Fukuyama que las tropas rusas están atascadas en las afueras de varias ciudades ucranias y que sufren enormes problemas de abastecimiento y constantes ataques de los soldados invadidos.

Yo no sé, a estas alturas, lo que es cierto y lo que no es. Si no hubiera mentira no habría guerra, y al revés. Pero lo que ayer vi me causó escalofríos. Tres altos dirigentes de la UE, representantes de Chequia, Eslovaquia y Polonia, se saltaron los controles rusos y llegaron a Kiev para sentarse y hablar con el primer ministro Zelenski. El resultado de la conversación fue devastador.

Zelenski supo de primera mano que estaba solo. Que la ciudad en la que se encuentra, Kiev, está prácticamente rodeada por esas fuerzas de Putin con problemas de abastecimiento. Que no puede esperar ayuda de la UE, pues no desea meterse en un conflicto que le ocasionaría graves pérdidas económicas en el gas, cuya dependencia de Rusia es extrema. Sólo en los días posteriores a la guerra Rusia ha aumentado esa dependencia en un 30%. Ahora mismo, mientras la aviación rusa bombardea hospitales ucranios, la UE compra más gas ruso que antes. Y no sólo Alemania.

Es una certeza que la UE está atada de pies y manos, cantando la triste victoria de alguien que ya ha sido derrotado de antemano, mostrándonos una vez más que el cuento de una Europa unida en lo político y en lo económico sigue siendo una eterna esperanza.

Zelenski, que tiene toda la pinta de ser el hombre del momento cuando nadie lo esperaba, recibió una segunda puñalada de Occidente. Tampoco entraría en la OTAN. Le recomendaron además que lo dijera a la primera oportunidad. Y así lo hizo. A mitad de la tarde de ayer convocó una rueda de prensa y señaló que la OTAN le había cerrado las puertas hasta otro momento. No este momento. Es una forma vergonzosa de la OTAN de decirle a Rusia que ellos no entrarán en juego, que por muchos temores que tenga Putin que esté tranquilo, que ellos no le van a echar una mano ni a Zelenski ni a su pueblo.

Por lo tanto la matanza tiene vía libre.

Los que supuestamente van a perder la guerra, según Fukuyama, se aprestan a derribar todos los muros de Kiev sin que nadie contenga la masacre que va a ocurrir. Putin tiene todos los permisos para hacer lo que hizo en Siria y en otras ciudades de Ucrania. Destrozarlas del todo, dejarlas completamente rotas y en ruinas, humillar a sus habitantes hasta su desaparición, condenarlos a unas durísimas jornadas de fuego y apocalipsis, donde vivir se convertirá en un milagro.

Vamos a vivir un genocidio en directo; eso es lo que parece.

China se ha quitado del cuadro. Ha recibido una serie de compensaciones americanas para hacerlo. Sólo quedan en el ring los invasores rusos y los invadidos ucranios.

Ayer, casi a la desesperada, algunas personas decentes que todavía quedan de la OTAN, pretendían convencer a la aviación polaca para que interviniese y así paliar la hecatombe. Pero entonces llegó la voz de la experiencia: “Si hacemos eso entraremos en guerra mundial. Putin puede tomárselo como una agresión personal”.

El “gran perdedor de la guerra” tiene todo el camino libre para organizarse como quiera. Nadie le va a impedir que viole, que arrase, que mate a discreción a niños y a población civil, que deje todo como una montaña de cenizas después del paso del infierno de Dante.

Occidente está en otras cosas. Persiguiendo oligarcas rusos para arrebatarles sus yates y sus caros coches, o bien sacando cuentas sobre si tanto migrante ucraniano tiene posibilidad de entrada en el club europeo. Ya están decidiendo que no. Que 3.000.000 refugiados son demasiados, que eso desequilibra los planes. Puede que lo mejor de este espectáculo macabro quede para el final.

Los heroicos soldados ucranios creerán que entregarán sus vidas a cambio de una existencia mejor para sus familias que serán cuidados por la generosa y progresista sociedad europea. Igual suceda que muchos de ellos abandonen este mundo sin saber que sus familiares no serán recogidos, que vivirán muchos de sus días en las fronteras de las fronteras, que su futuro será el de ser nadie, sin carné, sin derechos, sin protección.

Dicen que Putin perderá la guerra por su incompetencia y que su derrota nos ayudará a salir delante de esta decadencia que sufrimos en al área democrática mundial.

Hay una masacre donde todos se pusieron de acuerdo para que la hubiera. La masacre es en Kiev. La ciudad ha sido entregada a la brutalidad rusa. No moveremos ni un dedo. Lo que dice Fukuyama es que los ucranios se inmolarán y que su inmolación nos salvará a todos. Vuelvo a sentir escalofríos. ¿Qué es la salvación de “todos”? ¿De este modelo que nos empobrece económicamente, como personas, como individuos, como seres humanos que nos arrastra por el suelo de la dignidad al mismo nivel que las ratas, mientras olemos la carne quemada de gente inocente?

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