«El incendio que faltaba»

Francisco Pomares, candidato a la Junta de Control de RTVC | Foto: Parlamento de Canarias

Francisco Pomares, candidato a la Junta de Control de RTVC | Foto: Parlamento de Canarias

Francisco J. Chavanel

No estoy para nada de acuerdo con la posición de Coalición Canaria de presentar como miembro de la Junta de Control de la Radio Televisión Autonómica a Francisco Pomares. Me parece un candidato terrorista cuyo único objetivo es demoler el status quo que existe actualmente. Y no seré yo quien lo defienda pues todo en este capítulo me parece surrealista y fuera de foco. Me refiero a ese statu quo donde la televisión pública no se sabe si es privada o si es pública, si el material con el que se trabaja es de un particular o de alguien afecto a la administración, donde no hay director general y todo es interino, donde no hay mandato marco pese a que sus señorías han dispuesto de más de seis años para decidir qué tipo de televisión querían.

A ese desastre de la descoordinación, propiciado por el cerebro vengativo de Paulino Rivero, cuya herencia no es otra que el caos, llega ahora la segunda parte de una elección que, seguramente, volverá a dividir el grupo de Gobierno. De los cuatro partidos políticos, dos de ellos están alineados con Videoreport, Canarias 7, Juan Francisco García González, El Flaco como le llama la mayoría en una intimidad en la que no esté él, el dueño del lodazal. Son NC -a Román Rodríguez se le puede nombrar esforzado empleado de la casa en el último quinquenio- y Noemí Santana, y su Podemos, cada vez más atrofiado, más pequeñito y más liviano, mujer a la que sus bases acaban de dejar en ridículo en el debate Chira-Soria.

La tercera pata del banco, Casimiro Curbelo, dio el pasado domingo en La Provincia su parecer. No coincide ni con el de NC ni Podemos. Curbelo apuesta por respetar las propuestas de todos los partidos políticos, incluyendo la de CC con Pomares. Dice que lo hace por coherencia y porque un instrumento público no puede ser manejado a capricho desde fuera por intereses privados. Falta por saber la posición final del PSOE. Ángel Víctor Torres duda, no sabe qué hacer. Su posición es complicadísima, tan complicada que si no acierta puede toparse con un incendio que devore la posición de su partido en el Ejecutivo.

Si no acepta a Pomares tal como le exige García con sus escritos amenazantes y carentes de cualquier respeto con el que es presidente de Canarias, será sometido por alguien que está todos los días haciendo campaña y propaganda de NC. Si no acepta a Pomares, tal como le dicen lenguas de su partido y de otros, terminará enfrentándose a Editorial Prensa Ibérica, la cual, tiene dos portaaviones en cada una de las dos islas mayores. ¿Y todo por qué? Por pasta, evidentemente.

Los duelos no alcanzan este nivel de violencia si no llevaran consigo cantidades magras que pretende embolsarse la propiedad privada del dinero público. La Junta de control viene a esto: a impedir que la pasta se la siga llevando El Flaco. El candidato Pomares es perfecto para este cometido: odia a Canarias7, odia a García González, lleva treinta años combatiéndolo: fue el autor de la entrevista a Luis Hernández, en noviembre de 1998, donde el entonces presidente de la Autoridad Portuaria detallaba con precisión el golpe a La Caja de Canarias que ejecutaría José Carlos Mauricio siete meses después. Entre ellos hay una historia de daños, horrores varios, lanceamientos y difamaciones. García González no puede esgrimir nada ético en su defensa. De lo único que puede hablar es del miedo real que siente si Pomares penetra en su cripta, porque, sencillamente, puede ser desalojado de ella tal como ocurrió en La Caja. Esta y no otra es la categoría de la pesadilla que sufre el cacique de El Sebadal. Habita en el pánico.

Nadie hasta ahora ha logrado convencer a Fernando Clavijo de que cambie a su candidato Pomares. El que fuese presidente de Canarias es un hombre razonable pero en este capítulo no atiende a otra razón que la de su propia experiencia personal. Esto parece una novela de Shakespeare pero es lo que hay. Durante cuatro años el presidente Clavijo fue apaleado por El Flaco de forma indecente. Todo para lograr mayores beneficios en su tele, y condicionar la actuación del Ejecutivo en torno a sus abundantes y generosas prerrogativas. Clavijo se negó a colaborar como había hecho Rivero y eso fue la guerra. Un asunto sin sentido, basado en supercherías, trampas, jueces abonados a la política, políticos que mueven fiscales y a otros jueces, montó un caso donde no lo había. Por vez primera se intentaba colgar a un responsable público por haber ganado dinero para un ayuntamiento tras un acuerdo mercantil con una parte que se iba al garete. Para alucinar.

El caso Grúas le costó la presidencia a Clavijo y representó la caída de Coalición Canaria tras 25 años en el poder. El día después de las elecciones la contabilidad decía que había más parlamentarios en el bloque de centro derecha que en el bloque de la izquierda. La estupidez de Ciudadanos y su utilización del caso que no existió, según sentencia del Tribunal Supremo, logró el cambio de Gobierno. Si no se entiende la categoría de la derrota, la forma de ejecutarla, es imposible entender la posición de Coalición Canaria, la posición de Clavijo, y la aparición del candidato Pomares.
Viene a joder, es obvio. Es un arma de destrucción masiva. Si el PSOE no le permite entrar en la Junta de Control tendrá un problema con Curbelo y, me temo, que con Editorial Prensa Ibérica. Si asume democráticamente lo que le presenta CC lo que está asumiendo es las perrerías de un señor que acabará desquiciando al actual director, Francisco Moreno, al margen de la caterva de insultos que procederán de los fenicios de El Sebadal. Esto puede devenir en una seria plaga de enfermedades.

Gente sin escrúpulos como Pomares sobra, pero también sobra García González, su periódico de propaganda del partido que intentó meterlo en la cárcel acusándolo de malversador de fondos, sobra este tiempo de buscavidas de Román Rodríguez, y sobra incluso esta televisión timorata que sólo tiene una solución lógica en transformarse en pública, ya, lo antes posible. Y sobra este espectáculo indigno, donde lo privado se traga a lo público, y donde la clase política parece empleada de un personaje que ya fue “asesinado” hace años por la literatura, por una denuncia judicial que hace añicos su sentido de la responsabilidad al menos en los gastos de la boda de su hija, por la propia evolución de la sociedad.

El PSOE debiera abrirse a reflexionar sobre la asunción de todo tipo de opciones, incluida Pomares. Y CC debiera abrirse a buscar un candidato alternativo que tuviera los santos cachivaches de enfrentarse al cacique. ¿Existe otra opción? Pues si no existe estamos en Gomorra, el volcán que faltaba.


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