La directora de Transformación de Canaragua, tiene claro que su trabajo no está en el presente inmediato, sino en el futuro.
Virginia Abreu, directora de Transformación de Canaragua, tiene claro que su trabajo no está en el presente inmediato, sino en el futuro. «La mayoría de los compañeros trabajan para garantizar el servicio hoy; mi responsabilidad es asegurar que dentro de cinco, diez o quince años siga siendo posible», afirma. Al frente del área que lidera la estrategia de digitalización, sostenibilidad e innovación, asegura que si su departamento fracasa, «no hay camino». Y ese camino se construye hoy con herramientas como los PERTE.
Los Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) impulsados por el Gobierno de España permiten a Canaragua desplegar soluciones que, según Abreu, «mejoran el aprovechamiento del agua, reducen pérdidas, disminuyen el consumo energético y mejoran el servicio a la ciudadanía». En este marco, la digitalización ocupa un papel clave: «Estamos en un proceso sin marcha atrás, y tenemos que estar en constante reciclaje para adaptarnos a nuevas tecnologías».
Inteligencia artificial: oportunidad, no amenaza
Uno de los focos principales de innovación es la inteligencia artificial. Abreu asegura que «los proyectos que hemos presentado en el PERTE del agua tienen mucho de inteligencia artificial» y no ve esta tecnología como una amenaza, sino como una herramienta que «hará nuestro trabajo mucho más eficiente». Aunque con humor responde que espera que su puesto no lo ocupe un robot antes de jubilarse, defiende que en los próximos años esta tecnología será clave para la gestión del ciclo integral del agua.
La digitalización no solo impacta en los sistemas internos, también mejora la relación con la ciudadanía. «Vamos a dar pasos de gigante en conocimiento de consumos, cortes y calidad del servicio», apunta. El objetivo es lograr una gestión más transparente, ágil y preventiva.
Canarias, laboratorio de resiliencia
«Somos un territorio insular, con recursos hídricos limitados y un coste de producción del agua elevado», expone Abreu. Esa circunstancia ha obligado históricamente a Canarias a ser pionera en soluciones de eficiencia hídrica. Por ello, la directora de Transformación sostiene que «tenemos potencial para ser un referente en la gestión del agua». Y no solo a nivel nacional.
De cara a los próximos diez años, imagina una gestión «más conectada, automatizada y sostenible», basada en la colaboración entre administraciones, empresas y ciudadanía. La clave, según su visión, está en integrar los avances tecnológicos con la concienciación social.
Cambiar hábitos para proteger el mar
Uno de los objetivos inmediatos que Abreu se marca es erradicar el uso indebido del saneamiento. «Las toallitas húmedas causan obstrucciones que provocan desbordes en zonas sensibles», alerta. Desde Canaragua impulsan campañas de concienciación para alertar sobre el impacto de estos residuos, y en sus redes sociales muestran imágenes de lo que llaman «el monstruo de las toallitas».
A esto se suma la lucha contra los plásticos y el compromiso con el objetivo de vertido cero: «Debe ser una meta compartida entre empresas, administraciones y ciudadanía». No se trata solo de tecnología, sino también de responsabilidad colectiva.
Agua y justicia: una cuestión de conciencia
Cuando se le pregunta a quién no le daría un vaso de agua, Virginia Abreu responde sin dudar: «A quien no valora su importancia». Y añade: «El agua no es solo un recurso, es un derecho básico. Y cada vez es más escaso». Por eso insiste en que su labor y la de su equipo es garantizar que en el futuro todos puedan acceder a ese recurso de forma sostenible, eficiente y justa.
En un contexto de emergencia climática y transformación acelerada, su departamento trabaja ya por adelantado, allanando un camino que otros recorrerán después. Un camino en el que, como ella misma señala, «ya no hay marcha atrás».