El covid-19: la “tormenta perfecta” para la depresión y el suicidio

Celso Arango, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, desmiente los mitos sobre las autolisis y llama a "estar muy atentos cuando alguien dice que va a quitarse la vida".

Arango asegura que la pandemia de la covid-19 supone la “tormenta perfecta” para el incremento de las patologías mentales y el suicio. Matiza que nunca antes habíamos vivido una pandemia como esta, por lo que es difícil prever con claridad sus consecuencias. No obstante, recuerda que con la crisis económica del año 2008 se produjo un incremento de un veinte por ciento en los casos de depresión y ansiedad: “Aunque no fuera por la covid, solo por sus consecuencias económicas, podemos prever un incremento similar. Es la tormenta perfecta”.

Una gran población en riesgo

Considera que a las dificultades económicas, previsiblemente mayores que las del año 2008, se suman ahora los efectos del confinamiento, el aislamiento, el fallecimiento repentino de familiares, la culpabilidad de no haber podido despedir a los muertos y hacerle los rituales funerarios, y el hecho de que muchas personas salen de la UCI “tocadas emocionalmente”. A esto se suma la previsión de que, hasta el setenta por ciento de los profesionales sanitarios en primera línea podría sufrir algún trastorno mental, aunque sea leve: “Hay una gran población de riesgo a la que tenemos que intentar dar la mejor atención posible”.

Estima que si no se presta esta atención, dentro de uno o dos años veremos un dato “crudo y duro” de incremento de la mortalidad y de las patologías mentales: “Muchas de las personas que están falleciendo son efectos colaterales del covid y pueden ser más que los de la propia pandemia”.

Miedo y resiliencia

Arango considera que el miedo a la pandemia es razonable y “muy sano” porque las personas que lo experimentan tienen mayor capacidad de supervivencia. Incluso afirma que sería más preocupante que no tuviéramos un miedo razonable a los efectos de la enfermedad. Ahora bien, si ese miedo, por la intensidad, es incompatible con la vida cotidiana se convierte en patológico.

Lo que es importante es desarrollar la capacidad de resiliencia, porque las personas que la tienen en mayor grado son menos proclives a padecer una enfermedad mental: “No podemos engañar a la población diciendo que todo va a ir bien”, porque cuando no sucede así se pierde confianza en las fuentes y se genera más incertidumbre.

Esto sucede, a su juicio, porque España es un país con poco nivel entre la clase política: “Se basan muy poco en lo técnico, se rodean asesores que no son los mejores sino los más cercanos”.

El problema del suicidio

El especialista afirma que hay dos elementos que hacen difícil el debate sobre el suicidio. Por un lado, como toda patología psiquiátrica, genera miedo por el desconocimiento; y por otro lado, está el mito de que hablar del suicidio produce un “efecto llamada”. Para Arango el problema es hablar mal y callarlo, porque dar una información veraz y objetiva puede contribuir a disminuir la cifra de personas que se quitan la vida.

Apunta que es un error muy común creer que quien lo anuncia no lo va a hacer. No sucede así, por lo que si fuéramos capaces de ofrecer tratamientos y soluciones se podría reducir sustancialmente las personas que se suicidan: “Más del 50% lo han intentado antes. Ese hecho no puede ser subestimado y pensar que fue una llamada de atención. Es fundamental prestar atención”.

Prevención

Defiende que el suicido se puede prevenir, como lo muestra el caso de Dinamarca, que ha pasado a ser uno de los países con menor tasa desde que puso en marcha un plan nacional. En cambio, España es uno de los pocos países que no tiene plan nacional para prevenir el suicidio, “y eso habla mal de nosotros”. Asegura que para combatirlo se necesita formación y tiempo en atención primaria, así como campañas y un teléfono nacional para la prevención de suicidios.