El director técnico y comercial de Emalsa, Jesús Rey Viñas, explica que la digitalización en el ciclo del agua consiste en «transformar señales analógicas en señales digitales».
El director técnico y comercial de Emalsa, Jesús Rey Viñas, explica que la digitalización en el ciclo del agua consiste en «transformar señales analógicas en señales digitales» que se transmiten a un sistema centralizado (SCADA) para su consulta «en tiempo real». Esa capa de datos llega desde sensores desplegados tanto en abastecimiento como en saneamiento, y ordena la información para operar la red con mayor rapidez y precisión.
12.000 sensores: una ciudad monitorizada
Rey Viñas subraya que el proceso está muy avanzado y en expansión: más de 12.000 sensores dan información cada 5 minutos por dispositivo, lo que se traduce en millones y millones de datos diarios. La plantilla técnica e ingeniería se ocupa de verificar y controlar esos flujos para interpretar caudales, presiones, y parámetros de calidad del agua como cloro, pH o turbidez.
Inteligencia artificial contra las fugas
La compañía combina caudalímetros, captadores de presión y sensores de ruido para anticipar incidencias: «Nos va a decir en este sector parece que está habiendo una fuga de agua», afirma. A partir de esa alerta, los equipos de campo acuden «con los detectores de precisión in situ». La estadística diaria confirma la utilidad del modelo: «En un día normal, pueden haber tres, cuatro o cinco fugas. Siempre hay alguna», resume.
Pérdidas y rendimiento: por encima de los promedios
Preguntado por los índices de agua no registrada, Rey Viñas cifra la pérdida actual en un 18%, y sostiene que la meta es «continuar a mejorar esas pérdidas». En comparación, sitúa los rendimientos medios urbanos europeo y nacional sobre el 72 y el 75 por ciento, respectivamente, y concluye: «Estamos muy bien situados».
Contadores inteligentes y alerta al abonado
El siguiente salto será smart metering: «El año que viene esperamos tener unos 30.000 contadores inteligentes instalados» en los hogares de la capital. La lectura remota permitirá analizar «curvas y tendencias de consumo» para optimizar presiones y detectar fugas interiores. Además, cada usuario podrá consultar su consumo «a través de una app» —esté o no en casa— y recibir avisos si el contador registra actividad anómala durante una ausencia.
Eficiencia energética y menor impacto ambiental
La digitalización permitirá bombear en horas valle, ajustar la producción y prevenir vertidos en saneamiento gracias a la detección anticipada de episodios críticos. «Nos va a permitir reducir consumos», sintetiza, con beneficios medioambientales y operativos que se apoyan en el análisis masivo de datos.
Empleo y perfiles cualificados
Rey Viñas rechaza que la inteligencia artificial implique recortes de plantilla: «Al contrario», dice; «está demandando perfiles especializados y formación en nuestros equipos». La IA, añade, «va a generar mayor eficacia y rapidez en el tratamiento de esos datos» que, de otra forma, requerirían «días y días» de análisis manual.
Una red gigantesca, a ambos lados del contador
La escala del sistema explica la apuesta por sensores e IA: 1.200 kilómetros de red de agua potable y unos 900 de saneamiento dibujan un entramado que se extiende «a lo largo y ancho de la ciudad». Con esa dimensión, resume, «siempre hay alguna pequeña fuga», de ahí la importancia de vigilar en continuo y actuar con rapidez.
Calidad del agua: «muy, muy blandita»
Ante una consulta ciudadana sobre la posible presencia de cal, Rey Viñas lo descarta: «Aquí es imposible porque el agua es muy blandita». Defiende que Las Palmas de Gran Canaria dispone de una de las aguas «más blandas de España», muy baja en carbonatos, y subraya que los sensores de calidad monitorizan en continuo los parámetros sanitarios.