La directora de la Fundación DinoSol, Patricia Muñoz, repasa un diciembre frenético en el que la entidad impulsa campañas solidarias, sostiene la alimentación de miles de personas y acompaña a trabajadores en situaciones límite.
La directora de la Fundación DinoSol, Patricia Muñoz, repasa un diciembre frenético en el que la entidad impulsa campañas solidarias navideñas, sostiene a diario la alimentación de miles de personas y acompaña a trabajadores y familias en situaciones límite. Con un presupuesto anual de unos 500.000 euros, la fundación combina proyectos como los Belenes Solidarios, la Bolsa Solidaria o el programa Alimentos con Vida con apoyos psicológicos, legales y económicos a la plantilla de Hiperdino y a entidades sociales que atienden a colectivos vulnerables en todo el archipiélago.
Belenes Solidarios y una bolsa que se agota
Muñoz cuenta que el arranque de la campaña navideña llega marcado por la inauguración de los Belenes Solidarios, una tradición ligada a los 40 años de historia de Hiperdino. Están instalados en el Hiperdino de Miller, en Gran Canaria, y en el Superdino de Parque Boulevard, en Tenerife, y permanecerán abiertos hasta el 8 de enero. La recaudación se destina íntegramente a la asociación Nuevo Futuro, «una entidad con más de 50 años de experiencia y de labor con menores en Canarias», subraya. A esta iniciativa se suma el lanzamiento del «producto solidario», una Bolsa Solidaria cuya recaudación va a la Fundación Alejandro Da Silva y a la reforma de su casa hogar en Las Palmas para pacientes con leucemia de otras islas; la directora advierte de que está «casi, casi, casi» agotada y que apenas quedan unas 400 unidades, repartidas sobre todo entre Tenerife y Lanzarote.
Acompañar a 10.000 empleados y al tejido social canario
Preguntada por la actividad habitual de la fundación, Muñoz resume su objetivo en dos grandes líneas: «principalmente acompañamos y ayudamos a los empleados, que son 10.000 empleados en Canarias, con sus necesidades y problemáticas, y luego acompañamos también a las entidades sociales de Canarias». Entre esas entidades cita proyectos que trabajan con personas mayores, colectivos en situación de vulnerabilidad, menores, inmigrantes o víctimas de violencia de género. Una parte muy relevante del presupuesto se destina al programa Alimentos con Vida, que canaliza donaciones diarias de productos frescos y no perecederos a más de 33 comedores sociales en cinco islas —La Palma, Tenerife, Gran Canaria y otras— y alcanza «unas 12.500 personas beneficiarias a diario». Solo en 2025, detalla, han donado en Canarias «unos 360.000 kilos de comida» y acaban de sumar otros 2.500 kilos en Mallorca, aprovechando el cierre de temporada de varias tiendas.
«Hay muchos recursos como para que una persona muera de hambre»
Ante la pregunta directa de si en Canarias podría llegar a morir alguien de hambre, Muñoz se muestra tajante: «No lo creo», responde. Añade que le parece «un poco inusual o imposible» porque «hay muchos recursos a día de hoy como para que una persona muera de hambre» y señala tanto el papel de las administraciones públicas como el de las empresas.
Matiza que las personas en situación de pobreza pueden sufrir «alguna complicación de salud y demás», pero insiste en que «dudo mucho que las administraciones públicas, empresarios y demás se cojan las manos con ese tema». Al mismo tiempo, recuerda que las 12.500 comidas que se sirven cada día a través de los comedores sociales con los que colaboran evidencian la magnitud de la vulnerabilidad que persiste en el archipiélago y la necesidad de mantener y reforzar esa red de apoyos.
De la teoría a la práctica: el caso de Moisés y Raquel
La directora de la Fundación DinoSol pone como ejemplo concreto el caso de Moisés y Raquel, matrimonio con seis hijos pequeños y trabajadores de Hiperdino, amenazados por el desahucio de la vivienda en la que residen, propiedad de un fondo buitre. Explica que la fundación se activa a través de un «protocolo interno de actuación» por el que los gerentes de tienda detectan posibles situaciones de necesidad y las comunican. A partir de ahí, intervienen la trabajadora social y ella misma, que acuden a conocer el caso «personalmente» y evalúan las alternativas. En esta situación, la fundación intermedia también con los responsables de recursos humanos para facilitar la contratación de la esposa y, en paralelo, «toca a la administración pública», manteniendo contactos con el Ayuntamiento de Ingenio y con el Gobierno de Canarias hasta lograr una solución habitacional estable.
Muñoz relata que, además de ese trabajo de mediación, la fundación establece un «plan B» por si el lanzamiento llega a término sin alternativa pública: «El plan B era alquilar una casa a nombre de Hiperdino para poder albergarlo momentáneamente y temporalmente», señala, y confirma que también se estudian otras opciones con viviendas propiedad de la empresa. Mientras se concretan los acuerdos con las administraciones, la fundación acompaña a la familia con tarjetas de alimentos «porque obviamente esa familia, hasta que Raquel empezó a trabajar y generar su primer sueldo, tenía una escasez de recursos» y con una ayuda económica específica para acometer la «habitabilidad» de la nueva vivienda: suministros, cuadro eléctrico y otras obras necesarias que suponen «un importe bastante elevado».
Ayuda sin paternalismo y 200 expedientes al año
La directora reconoce que, pese a la visibilidad mediática del caso, en la fundación se sienten más cómodos trabajando en silencio. «Para nosotros en nuestro día a día es el fin de la fundación», explica, y puntualiza que no buscan «dar la impresión de paternalismo» ni convertir cada intervención en una campaña de imagen. Lo que sí remarcan, dice, es el impacto interno de estas ayudas: «El engagement que se genera cuando un empleado es ayudado por la fundación o por la empresa, que al final vamos de la misma mano, el impacto en los demás es brutal», afirma. Ese efecto arrastre, sostiene, refuerza el vínculo entre la plantilla y la compañía y se traduce en trabajadores «más tranquilos» y comprometidos, que saben que cuentan con respaldo ante un problema psicológico, de salud mental o económico.
En cifras, Muñoz adelanta que este año cerrarán «con unos casi 200 expedientes» atendidos, que abarcan desde «apoyo psicológico» hasta «asesoramiento legal, económico también o de otra índole». Habla de un trabajo «vocacional» y reconoce que se siente «muy orgullosa» del equipo y de la respuesta que reciben de las propias personas beneficiarias. A su juicio, ahí reside la diferencia entre una fundación empresarial con un proyecto social real y otras fórmulas más desligadas del día a día de la plantilla: «Yo creo que eso es lo que dice mucho de las empresas y de las fundaciones empresariales. Esa es la diferencia», resume.
Tiendas accesibles y una terraza para los niños hospitalizados
Además de los proyectos ya consolidados, la directora de la Fundación DinoSol menciona otras líneas en marcha. Entre ellas, «Tienda Accesible», un programa que busca adaptar los supermercados para hacerlos más amables a personas con autismo, con medidas específicas de señalización, ruido y acompañamiento. En paralelo, el equipo prepara la puesta en marcha de una terraza infantil en el Hospital Universitario de Canarias, en Tenerife: unos 150 metros cuadrados que la fundación se ha comprometido a reformar y «dejar bonita» para que los niños hospitalizados puedan disponer de un espacio de juego y respiro, tanto en el exterior como con zonas interiores de apoyo. El proyecto ya está en obras y Muñoz espera que «a principios del trimestre del año que viene» pueda inaugurarse, sumando un nuevo espacio de cuidado a la red de iniciativas sociales impulsadas desde el grupo.