Pepe Rodríguez: «En Canarias se come cada vez mejor, pero tiene que cambiar más deprisa»

Pepe Rodríguez en el set de El Espejo Canario en Expo Meloneras

Pepe Rodríguez en el set de El Espejo Canario en Expo Meloneras

➤ «Hay que apostar por la gastronomía local con jóvenes audaces que la transformen» ➤ «Mi obligación es cocinar como si cada plato fuera para mi madre» ➤ «La televisión es un altavoz maravilloso que ha acercado la cocina a millones de personas»

El chef Pepe Rodríguez, propietario del histórico restaurante El Bohío y figura del programa MasterChef, reivindica el poder de la televisión para acercar la alta cocina a la sociedad, la importancia de la tradición familiar en la gastronomía y el papel del producto local en el futuro culinario de Canarias. En la entrevista en El Espejo Canario, el cocinero habla de técnica, de responsabilidad, de humildad y del vértigo de representar a la tercera generación de un restaurante que empezó como un pequeño mesón de carretera y hoy luce una estrella Michelin. Entre humor y honestidad, Rodríguez comparte su visión sobre el oficio, el talento joven y la evolución gastronómica del archipiélago. 

La televisión como vehículo para acercar la cocina al gran público

Rodríguez reconoce sin rodeos el impacto mediático de MasterChef y del fenómeno televisivo en general. «La televisión es un altavoz maravilloso que ha acercado la cocina a millones de personas», afirma, convencido de que el programa ha ayudado a que el público descubra «restaurantes con una, dos o tres estrellas», así como estilos culinarios y productos de todas las regiones del país, incluidas Canarias. 

Aunque rechaza la idea de que ahora todo el mundo coma mejor gracias a la televisión —«eso es mentira»—, sí reconoce que ha despertado curiosidad y vocaciones: «Hay gente que viene a mi restaurante quizá buscando a Pepe Rodríguez el personaje, otros que ya han repetido, pero te dicen: “Nunca habíamos estado en un restaurante así”». Esa mezcla de entretenimiento y pedagogía, añade, ha permitido que muchos descubran un mundo que antes parecía inaccesible.

El Bohío, 90 años de tradición familiar

Hablar de cocina, para Rodríguez, es hablar de su historia familiar. El Bohío abrió sus puertas hace noventa años en Illescas, en la carretera Madrid-Toledo, y él representa la tercera generación al mando. «Mi obligación es cocinar como si cada plato fuera para mi madre», afirma. Una filosofía que explica a su equipo cada día: técnica, rigor y un plus emocional que no se aprende en los libros. 

Confiesa que la continuidad del restaurante no está garantizada. Sus hijos aún son jóvenes y no han elegido camino, y él rechaza imponerles la herencia familiar: «Mi padre me empujó; yo no he empujado a mis hijos». Su objetivo inmediato es otro: «Siempre digo que quiero hacer el mejor restaurante del mundo. Sé que no lo voy a conseguir, pero en ese camino vivo y soy feliz».

Precios, respeto y nervios: la experiencia del comensal

Rodríguez explica que, pese a su estrella Michelin, comer en El Bohío no supone un lujo estratosférico. «La media está en menos de 95 euros», asegura, e incluso ofrecen un menú diario de 80 euros. Pero más allá del precio, insiste en que lo importante es la actitud ante el comensal: «Para mí es tan importante el rey, que ha estado varias veces, como esa pareja joven que ha ahorrado para venir». 

Admite que siempre hay «mariposas en el estómago» cuando llega un invitado especial, pero recuerda a sus cocineros que un plato no va a la mesa 10 o 15, sino «como si fuera para tu madre». Esa es, afirma, la base de una cocina honesta.

Canarias: producto extraordinario y mucho por hacer

El chef es un visitante habitual del archipiélago y no esconde su optimismo sobre la cocina insular: «En Canarias se come cada vez mejor, pero tiene que cambiar más deprisa». Señala que la materia prima es «extraordinaria», desde los quesos hasta los pescados menos valorados, y destaca que existen tanto restaurantes populares como locales de renombre donde ha comido «muy bien». 

Sin embargo, insta a aprovechar mejor esa riqueza: «Estamos rodeados de mar y a veces no se le ha dado todo el valor que tiene». A su juicio, el futuro pasa por «jóvenes audaces que apuesten por la gastronomía local, mirando lo buena que es y transformándola de una forma actual». Solo así, afirma, se conseguirá que ciudades y territorios suenen en el mapa gastronómico, igual que otras regiones lo han logrado en España.

Los nervios de MasterChef y la oportunidad que algunos desperdician

Preguntado por si algún concursante le ha hecho perder los nervios, Rodríguez asegura que no, aunque admite que «algunos…». Con humor, reconoce que su manera de evitar la tensión es llenar de ironía y cercanía las valoraciones, un estilo que atribuye a su timidez natural.

Le frustra, en cambio, ver a quienes no aprovechan la posibilidad que ofrece MasterChef: «Qué pena el que pierde el tiempo y no sabe que esto le podría servir de trampolín». Lo compara con un alumno que reta a un profesor universitario: «Más pierdes tú si el profesor tiene la carrera hecha».