El coordinador de la Comisión de Suicidios del Colegio Oficial de Psicólogos de Santa Cruz de Tenerife exige un giro social y recursos reales para frenar los problemas de salud mental en Canarias.
Felipe Lagarejo, coordinador de la Comisión de Suicidios del Colegio Oficial de Psicólogos de Santa Cruz de Tenerife, afirma que en el Archipiélago «no hay manera de parar los suicidios porque no se hace nada». Subraya que, mientras en 2023 los suicidios en España «han bajado… una cifra mínima insignificante, un 2%»—, en Canarias «ha habido un aumento consecutivo» en los últimos cinco años, «no para de la sangría». Pese a que desde 2021 el Gobierno de Canarias tiene una estrategia de prevención, remarca, «no
Un enfoque social, no solo sanitario
Lagarejo sostiene que el suicidio «no es un tema médico», sino «un tema social» que nace y se desarrolla «en un entorno comunitario» y en problemas «sociales e interpersonales». «Nuestro cerebro no les pasa nada… le pasa a los cambios sociales», dice, y pide sentar «a un médico, un psicólogo, un trabajador social, un profesor, un periodista» para diseñar respuestas segmentadas por edades y contextos: «no puedes aplicar la misma estrategia en un colegio que en la tercera edad». Según afirma, los países que lo abordan socialmente «bajan muchísimo» sus cifras, con descensos «del 60 y 70%», mientras aquí «siempre hacemos lo mismo» y «siempre obtendremos lo mismo».
Un sistema sin músculo preventivo
El coordinador describe un sistema «reactivo» y desbordado que llega tarde: «no está preparado» para atender a tiempo a quien pide ayuda. «Estamos a la mitad de la mitad de la media europea»: «si la media europea tiene 22–23 psicólogos por 100.000 habitantes, España tiene 6,7 u 8»; «¿qué vas a hacer con eso?». Critica además la «inclinación» al psicofármaco: «no cura un suicidio… lo cura una buena terapia» que ayude a comprender lo que pasa, y denuncia circuitos que diluyen la respuesta: «te tardan entre 1 y 6 meses en atender… eso no es una terapia real efectiva, es reírse de las personas».
La comparación incómoda: tráfico frente a suicidio
Para ilustrar la inacción, Lagarejo compara con la seguridad vial: «en 2015 teníamos 6.000 muertos por tráfico… ahora no llegó a los mil y pico» gracias a «campañas brutales» y cambios normativos. En suicidio, en cambio, «no puede bajar» si no hay planes «eficaces y eficientes», presupuesto y continuidad: «como no ocupa portadas, nadie lo va a atender». Recalca además que entre 14 y 29 años el suicidio es «la primera causa de muerte», «tres veces más… que las producidas por tráfico», y, sin embargo, «no se está haciendo absolutamente nada».
El 024 no basta si el sistema no sostiene
«Todo lo que venga… es fantástico», dice sobre el 024, pero advierte de su limitación si no hay derivaciones con respuesta rápida: «me escuchas… ¿y ahora dónde me derivas?», se pregunta, para señalar esperas de «uno a seis meses». «Es como inventar una máquina que descubre el cáncer en la primera célula… pero no tenemos quien la maneje». Sin un sistema que acoja a la persona y le ofrezca terapia continuada, «no es real ni efectivo».
Señales de alarma y qué hacer
En la detección, Lagarejo pide observar patrones como «pensamiento dicotómico», «desesperanza», «culpa» y, sobre todo, «desconexión»: del trabajo con sentido, de relaciones significativas, de la naturaleza y de actividades placenteras. «Vayamos por él», reclama ante una persona aislada —sea mayor, joven o un menor en el aula— para «tratar de reconectar». Recuerda que la adolescencia es más «impulsiva», mientras que en mayores el proceso es distinto y exige estrategias específicas.
Llamamiento político y comunitario
El psicólogo reprocha a los gobiernos que «no quieren escuchar» y que priorizan sus «partidos» frente a «los intereses de los ciudadanos». «Necesitamos un plan», insiste, con «presupuesto y continuidad», evaluable y coordinado con cabildos y ayuntamientos. Cita experiencias locales valiosas —como la intervención en centros educativos de La Laguna— que «se hicieron y ya… cambió el presupuesto y hasta luego». Pide recuperar y escalar esas acciones y «sentar a todos los estamentos» para que la prevención «deje de ser esporádica».
Un mensaje final a quien sufre
Lagarejo cierra con una apelación directa: «aunque sean pocos recursos, hay el 024… que por favor llamen inmediatamente». «Se puede salir», afirma: «el sufrimiento es pasajero» y «un buen profesional te puede ayudar». Ofrece, incluso, el apoyo del Colegio para personas sin recursos y se compromete a «no dejar solos» a quienes pidan ayuda.