La población española confía en la ciencia, pero pide que se comunique mejor

Presentación de la encuesta de percepción social de la ciencia y la tecnología | Foto: Gobierno de España

Presentación de la encuesta de percepción social de la ciencia y la tecnología | Foto: Gobierno de España

El coordinador científico de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), Pablo Cabrera, señala que «el negacionismo es un riesgo si las actitudes escépticas se transforman en comportamientos».

La encuesta de percepción social de la ciencia y la tecnología, realizada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), permite conocer el estado de la relación entre la ciudadanía española y el mundo científico. Su coordinador científico, Pablo Cabrera, destaca que este estudio bienal, en marcha desde 2002, ofrece «doce fotografías fijas» que revelan la evolución de los valores, creencias, actitudes y comportamientos de la población en torno a la ciencia. Y, pese a ciertos matices, la visión es positiva: la confianza se mantiene alta, el interés crece y mejora la alfabetización científica.

Crece el interés y mejora el conocimiento

En el año 2002, solo un 6% de los encuestados declaraba tener interés por la ciencia. Dos décadas después, ese porcentaje se ha duplicado hasta el 13%. Pero el dato más revelador es que el número de personas que antes no mostraban ningún interés y ahora sí lo hacen ha aumentado 17 puntos porcentuales. Paralelamente, también ha crecido el nivel de conocimiento sobre aspectos concretos de la ciencia, según explica Cabrera: «Tenemos una sociedad que confía en la ciencia, pero que también conoce sus limitaciones y comprende que es una herramienta para aproximarse a la verdad, no una fuente de certezas absolutas».

Esta madurez crítica se refleja también en las opiniones sobre el uso de la ciencia como base para las decisiones políticas. En los últimos doce años, el porcentaje de quienes consideran que debe ser la base para elaborar leyes ha pasado del 36% al 48%.

El papel de los divulgadores y los medios

El estudio revela también un aumento significativo en el uso de redes sociales y podcasts científicos como canales informativos. Para el 65% de la población, los divulgadores son actores fundamentales para explicar los avances científicos, incluso por encima de otros perfiles. Cabrera lo interpreta como un reconocimiento a su capacidad para «hacer de puente» entre el mundo académico y la sociedad, y afirma que «han venido para quedarse».

Este dato implica un reto para la comunidad científica: «La ciudadanía confía en los científicos, pero también les dice que deben comunicar mejor». Cabrera subraya que es una asignatura pendiente: no basta con producir conocimiento, sino que es necesario explicarlo de forma comprensible.

Ciencia para todos: la participación como reto

La encuesta revela una sociedad cada vez más dispuesta a participar en actividades científicas, aunque aún con margen de mejora. Para Cabrera, es fundamental reforzar la idea de que «la ciencia es un lugar para todos, independientemente del nivel de estudios o del origen social». Y recuerda que participar en ciencia no solo implica asistir a charlas, sino también preocuparse por temas como el cambio climático o firmar propuestas ciudadanas basadas en evidencia.

Asimismo, destaca que la ciencia misma está cambiando: los equipos de investigación son cada vez más amplios y multidisciplinares. «La psicología y la ingeniería, por ejemplo, se ven obligadas a trabajar juntas para afrontar los retos actuales», señala.

El escepticismo y el negacionismo, bajo vigilancia

Uno de los aspectos más delicados de la encuesta es el análisis del escepticismo científico y las creencias negacionistas. Aunque los niveles de confianza en la ciencia siguen siendo altos, ciertos indicadores muestran un ligero repunte de actitudes escépticas. Cabrera matiza que esto no debe interpretarse automáticamente como una amenaza: «Podemos estar ante una sociedad más crítica y reflexiva». Sin embargo, advierte que si esas actitudes se transforman en comportamientos, como el rechazo a la vacunación, pueden suponer un riesgo social.

Por ello, considera fundamental seguir monitorizando la evolución de estas actitudes y fortalecer las estrategias de comunicación científica: «Hay que explicar mejor cómo funciona el proceso científico para combatir la desinformación».

La ciencia en la vida cotidiana

Para Cabrera, uno de los logros de la encuesta es evidenciar que la ciencia forma parte integral de la vida cotidiana. «Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, todo lo que nos rodea es ciencia», recuerda. La pandemia fue un ejemplo claro del valor social del conocimiento científico: la rápida creación de vacunas, su validación y la alta receptividad de la población confirman el vínculo entre ciencia, bienestar y progreso.

«La ciencia cuida de nosotros, muchas veces incluso antes de que nos demos cuenta», concluye Cabrera. Por eso, subraya, es crucial que exista una conexión constante entre quienes investigan y quienes se benefician de sus hallazgos.