El presidente del Cabildo, Alpidio Armas, destaca la fuerza simbólica y social de la Bajada de la Virgen de los Reyes, que se celebra este sábado.
El presidente del Cabildo de El Hierro, Alpidio Armas, destaca la fuerza simbólica y social de la Bajada de la Virgen de los Reyes, que se celebra este sábado en la isla. Se espera la asistencia de hasta 40.000 personas, lo que multiplica por cuatro la población habitual del territorio. La peregrinación, con más de 28 kilómetros de recorrido, es una de las manifestaciones religiosas y culturales más significativas de Canarias.
«Desde que me acuerdo voy con mi abuela en el burro», recuerda Armas, quien solo ha faltado en contadas ocasiones por motivos de estudios. La Bajada comienza de madrugada en el santuario de La Dehesa y culmina en Valverde cerca de la medianoche, tras un recorrido en el que cada pueblo lleva a la Virgen hasta el siguiente, en una secuencia de entregas marcadas por la música y la rivalidad amistosa.
Un voto ancestral convertido en legado
El origen de la Bajada se remonta a 1741, cuando una sequía extrema impulsó a la población a trasladar la imagen de la Virgen hasta Valverde para pedir lluvia. «Antes sequía era sinónimo de hambre», explica Armas. Justo antes de llegar al núcleo capitalino, llovió intensamente. El pueblo interpretó aquel hecho como un milagro y formuló un voto: repetir cada cuatro años el traslado de la imagen, hubiera o no emergencia.
Esa promesa continúa cumpliéndose casi tres siglos después. «La fe del herreño en la Virgen de los Reyes no se discute», afirma Armas, que destaca el papel de la tradición en la cohesión de la comunidad insular y en la conexión con la diáspora. «Vienen herreños desde Venezuela, Gran Canaria o Tenerife; es un momento de reencuentro y de raíz», añade.
Organización, seguridad y devoción
La magnitud del evento obliga a extremar las precauciones. «Hemos habilitado vídeos, folletos y recomendaciones en la web de la Bajada», subraya el presidente del Cabildo, con mención específica a la necesidad de llevar agua, calzado adecuado y comida. El recorrido incluye tramos complejos, como el de Jinama, y se espera que las altas temperaturas de este año añadan dificultad, aunque «por la tarde los alisios pueden traer nubes cargadas de agua».
Además del fervor, la Bajada incorpora códigos propios. «Cada pueblo quiere mantener a la Virgen el mayor tiempo posible», comenta Armas. Esa pugna amistosa a veces se traduce en pequeñas tensiones o retrasos, y en 2003 hubo algún «chacarazo» —golpes aislados—, término que el propio Armas sugiere acuñar. «Pero no pasa de ahí. Es una mezcla de devoción, identidad y deseo de prolongar el vínculo», puntualiza.
Retrato de una isla fiel a sus símbolos
Aunque la serie de televisión «Hierro» dio visibilidad a la isla y a parte de su cultura, Armas asegura que la Bajada es aún más profunda y compleja de lo que puede mostrar la ficción. «Es imposible trasladar el 10 % de lo que significa para los herreños», sostiene. El presidente espera que todo transcurra con armonía: «Que coman bien, que beban bien y que se lo pasen fantásticamente entre ustedes», desea sin olvidar la raíz de todo: una promesa viva en el corazón de una isla.