El presidente de la Asociación de Vecinos «Unión Vecinal Don Zoilo», Matías Dávila, afirma que la actuación municipal «es un disparate» y que «nos han roto la vida diaria del barrio, porque es un centro neurálgico de los vecinos».
El presidente de la Asociación de Vecinos «Unión Vecinal Don Zoilo», Matías Dávila, muestra su profunda preocupación por el impacto del nuevo carril bici en el Barranquillo de Don Zoilo y por la reordenación del tráfico y los aparcamientos en esta vía estratégica que conecta la parte baja y la parte alta de Las Palmas de Gran Canaria. En esta entrevista en El Espejo Canario, Dávila afirma que la actuación municipal «es un disparate» y que «nos han roto la vida diaria del barrio, porque es un centro neurálgico de los vecinos».
El dirigente vecinal se reunió ayer con la alcaldesa, Carolina Darias, para exponerle directamente el malestar del barrio y reclamar una rectificación. Explica que no discuten la existencia del carril bici, ya ejecutado, pero sí la nueva disposición de los carriles y, sobre todo, el carril de aparcamientos en el centro de la calzada, en una pendiente muy pronunciada: madres con niños de camino al colegio, personas mayores y vecinos en general tienen que cruzar varios carriles de circulación para acceder a sus vehículos, en una zona donde, recuerda, circulan guaguas, camiones y miles de coches cada día.
Dávila subraya que el Barranquillo de Don Zoilo soporta tradicionalmente un importante tráfico de servicio, con conexiones hacia el puerto, taxis, transporte escolar y el colegio, lo que ya provoca caravanas en horas punta. «Somos una carretera o una calle principal», señala, y añade que la nueva ordenación ha empeorado una situación que ya era compleja.
Un trazado en pendiente y un ascensor averiado
Uno de los elementos que más indignación genera entre los vecinos es que el carril bici atraviesa toda la subida y desemboca en un ascensor que lleva ocho meses fuera de servicio. Ese ascensor, recuerda Dávila, está pensado para personas con movilidad reducida y personas mayores, pero ahora se pretende compartir con bicicletas y patinetes. «Si yo tengo una sillita de ruedas y entro, me voy a encontrar con dos o tres patinetes, dos o tres bicicletas entrando y bajando», advierte.
El presidente vecinal asegura que el Ayuntamiento conoce desde hace meses la avería del ascensor y critica que, aun así, se haya diseñado un itinerario ciclista que termina precisamente allí. En la práctica, el ciclista se encuentra con una barrera que le impide continuar y el usuario de silla de ruedas se ve forzado a compartir un espacio reducido con vehículos ligeros, lo que, a juicio de Dávila, evidencia la falta de planificación de la obra.
Peticiones ignoradas y accidentes en la curva
El malestar del barrio no nace solo con el carril bici. Dávila relata que desde hace unos veinte años vienen reclamando a la administración la instalación de lomos de asno y medidas de calmado de tráfico por las carreras nocturnas de coches y motos en la zona. Describe cómo en las madrugadas de viernes y sábado «vienen a toda pastilla gente joven con altas velocidades» y recuerda accidentes graves en la curva situada junto al surtidor de gasolina, al lado del ascensor: se ha volcado un vehículo hace apenas dos meses y, en el pasado, se produjo un siniestro mortal en el que fallecieron un chico y una chica.
En ese contexto, los vecinos consideran especialmente peligrosa la nueva disposición de los aparcamientos en el centro de la calzada. «Estamos asustados», resume Dávila, y cuenta que muchas personas rehúsan dejar allí sus vehículos, especialmente las familias con niños. En su opinión, la obra «roba la vida» al barrio porque obliga a los residentes a «estar cruzando y rifándonos la vida a toda hora» para acceder a sus coches en una vía en pendiente y con tráfico intenso.
El modelo de barrio que reclaman los vecinos
La asociación vecinal no reclama la eliminación del carril bici, sino una redistribución del espacio que devuelva al barrio los aparcamientos laterales «de toda la vida» y garantice la seguridad. Dávila recuerda que antes existían dos carriles de subida, uno de bajada y un carril de aparcamiento pegado a la acera, donde se compartían los contenedores de basura, la parada de la farmacia y los vados para personas con movilidad reducida.
En la reunión con la alcaldesa, el presidente vecinal plantea que se mantenga el carril bici, pero que se suprima la franja de aparcamientos en el centro de la calzada en el tramo de mayor pendiente, manteniendo solo la parada de guaguas y ganando espacio para el tráfico rodado y la seguridad peatonal. «Lo que estamos en contra es de que nos hayan quitado el carril de aparcamientos que nosotros compartimos toda la vida con los contenedores de basura», insiste.
Dávila también pone como ejemplo el trabajo realizado con el servicio de limpieza para recolocar los contenedores de basura de forma que no obliguen a los vecinos a cruzar a la otra acera o a otras calles: cuenta que incluso llegaron a proponer trasladarlos a otra vía, pero que finalmente se acordó distribuirlos por la acera y la plazoleta, alejándolos de las puertas de las viviendas pero manteniéndolos accesibles. Ese es, subraya, el modelo de participación que echan de menos en el diseño del carril bici.
Falta de diálogo y tensión con el concejal de Movilidad
Otro de los reproches de la asociación es la falta de diálogo previo a la ejecución de la obra. Dávila sostiene que lo «normal» habría sido que el Ayuntamiento se hubiera sentado con los vecinos antes de intervenir una vía con tanta carga de tráfico y tanta vida social. En lugar de eso, afirma que el proyecto se ha hecho «a la carrera» para no perder fondos europeos destinados a la red de carriles bici, sin valorar adecuadamente las particularidades del Barranquillo de Don Zoilo.
El clima se ha tensado hasta el punto de que Dávila asegura haber recibido insultos del concejal de Movilidad, José Eduardo Ramírez, molesto porque el dirigente vecinal le advierte públicamente de que, si se produce una tragedia, lo llevará a los tribunales junto al técnico firmante del proyecto. «Si hay una tragedia, José Eduardo Ramírez, el concejal de movilidad, y el que firmó el proyecto, Adán Dávila. Si eso son los que han hecho el proyecto y hay una tragedia, lo vamos a tener que llevar a los tribunales», relata.
La obra, además, se ha hecho viral en redes sociales, con vídeos del nuevo trazado circulando incluso entre familiares del propio Dávila en Argentina, que se preguntan «si estamos locos» ante lo que consideran un diseño incomprensible. Esa exposición pública, admite, ha incrementado la presión sobre el Ayuntamiento y ha obligado a sus responsables a dar explicaciones.
A la espera de decisiones tras la reunión con la alcaldesa
Pese a la dureza de las críticas, Dávila valora que la alcaldesa se haya reunido con los vecinos y reconoce que Carolina Darias se muestra preocupada por «el destrozo que se ha hecho en el barranquillo del suelo». Según explica, la regidora se compromete a hablar con los técnicos, estudiar la situación y dar una respuesta en los próximos días.
Mientras tanto, la Asociación de Vecinos «Unión Vecinal Don Zoilo» mantiene su movilización y su voluntad de diálogo. Dávila insiste en que seguirán «luchando por el barranquillo del suelo», convencido de que el Ayuntamiento tendrá que rectificar para compatibilizar la movilidad sostenible con la seguridad y la vida cotidiana de las alrededor de 2.500 personas que residen en el barrio.