Mercedes Fernández-Couto: «Las nuevas tarifas priman la responsabilidad y penalizan la contaminación»

Mercedes Fernández-Couto en los estudios de El Espejo Canario

Mercedes Fernández-Couto en los estudios de El Espejo Canario

➤ «El PERTE europeo permitirá digitalizar el ciclo integral del agua e incorporar inteligencia artificial para detectar fugas y vertidos» ➤ «La inteligencia artificial no sustituye trabajadores sino que nos ayuda a procesar la enorme cantidad de datos disponibles» ➤ «Las toallitas generan prácticamente el 100 % de las averías en la red de saneamiento»

La directora general de Emalsa, Mercedes Fernández-Couto, señala que las nuevas tarifas de abastecimiento y alcantarillado, junto con los reglamentos de vertidos y saneamiento, que entraron en vigor el pasado mes de agosto, «no solo actualizan precios, sino que establecen diferentes bloques de consumo y tipos de usuarios», de modo que «quien más contamina más paga, y quien más consume también».

El nuevo reglamento de vertidos exige autorización a cualquier industria o instalación que vierta a la red municipal. «Las depuradoras están diseñadas para aguas domésticas», recuerda, de modo que los vertidos industriales deben estar caracterizados para evitar cargas tóxicas. También se crea un equipo conjunto de inspección con el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria «para controlar los vertidos y proteger tanto las depuradoras como el medio ambiente».

Colaboración con el Ayuntamiento

En este contexto, la directora general valora positivamente la relación con el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, con el que «se trabaja conjuntamente y con buena colaboración». 

En cuanto a la deuda municipal por depuración, señala que aún quedan pendientes los ejercicios 2022-2024, por unos 23 millones de euros, aunque confía en que «antes de fin de año quede todo resuelto». Recuerda que «los tribunales han dado la razón a la empresa en varias sentencias, por valor total de unos 80 millones de euros».

Fernández-Couto subraya que Gran Canaria no sufre emergencia hídrica gracias al peso de la desalación, que en Las Palmas representa el 85 % del agua producida. «Esa es la clave», asegura. «Tenemos un recurso que es el mar; cuesta más, pero nos da seguridad».

Emalsa ha colaborado recientemente con otros municipios, como Teror y San Mateo, para paliar problemas puntuales de abastecimiento. «La solidaridad entre operadores es esencial», concluye, convencida de que «la digitalización, la eficiencia energética y la conciencia ciudadana son los pilares del futuro del agua en Canarias».

Digitalización e inteligencia artificial

Emalsa afronta un salto tecnológico con la ayuda de un PERTE (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica) concedido por el Ministerio para la Transición Ecológica. «El PERTE permitirá una mayor eficiencia en el ciclo integral del agua mediante la digitalización», explica Fernández-Couto.

Entre las medidas previstas figuran sensores en la red de saneamiento capaces de medir en tiempo real parámetros como el pH o la turbidez, con lo que será posible detectar vertidos puntuales de inmediato. Además, la empresa implantará el sistema de telelectura inteligente de contadores (smart metering), que permitirá a los abonados consultar su consumo en una aplicación y recibir alarmas ante fugas.

«La inteligencia artificial no sustituye trabajadores —subraya—, sino que nos ayuda a procesar la enorme cantidad de datos disponibles para predecir fugas o planificar la renovación de tramos de red». Actualmente, Emalsa mantiene un índice de pérdidas de agua del 18,3 %, por debajo de la media española, que es del 20,3 %, y aspira a seguir reduciéndolo.

El «monstruo» de las toallitas

La directora general de Emalsa, Mercedes Fernández-Couto, alerta de que las toallitas higiénicas constituyen uno de los mayores problemas a los que se enfrentan las empresas operadoras de agua. «Tenemos un problema tremendo contra el famoso monstruo de las toallitas, que provoca atascos y averías constantes», afirma. Estas acumulaciones, conocidas popularmente como «monstruos», generan un impacto directo en la red de saneamiento y en las depuradoras, donde «los sistemas de desbaste están colmatados totalmente».

Fernández-Couto explica que, aunque los fabricantes defienden que las toallitas son biodegradables, «el tiempo que tardan en degradarse es altísimo, diez, quince o veinte años». Por ello insiste en que la población debe adquirir conciencia y depositarlas «en el cubo aparte», no en el inodoro, porque «cada vez hay más tipos de toallitas y cada vez se producen más». Emalsa imparte charlas en colegios y prepara campañas de sensibilización, pero la directora general reconoce que «hace falta mucha concienciación porque la gente no es consciente del daño que causan».