Marcos Díaz Linares: «Lo que pasó en La Restinga es lo que vivimos cada noche en alta mar»

Embarcación de Salvamento Marítimo en La restinga | Foto: Cabildo de El Hierro

Embarcación de Salvamento Marítimo en La restinga | Foto: Cabildo de El Hierro

El delegado sindical de CGT Canarias en Salvamento Marítimo, denuncia la precariedad estructural ante tragedias como la del cayuco volcado en El Hierro.

El delegado sindical de CGT Canarias en Salvamento Marítimo, Marcos Díaz Linares, describe con crudeza lo que sus compañeros vivieron el martes en el puerto de La Restinga, en El Hierro, cuando un cayuco con 150 personas a bordo volcó al atracar, causando la muerte de cuatro mujeres, dos niñas y una adolescente. «Lo que se vio en pleno día, con el mar en calma, es lo que nosotros sufrimos de noche, con olas de dos metros y sin visibilidad», afirma.

Díaz Linares subraya que el momento más peligroso es el del trasbordo de los ocupantes a las embarcaciones de rescate. En esta ocasión, ni siquiera se produjo en alta mar, sino en el propio muelle. «El cayuco ya venía con agua dentro, muy cargado, y al intentar hacer firme los cabos, da un primer bandazo. El segundo ya no lo recupera», explica. A pesar de las buenas condiciones meteorológicas, la tragedia fue inevitable.

Una estructura insuficiente ante una emergencia estructural

Desde el sindicato se insiste en que Salvamento Marítimo trabaja bajo condiciones extremadamente limitadas: «Nuestras unidades van con cuatro personas: el patrón a los mandos, el mecánico que solo puede ayudar puntualmente, y dos rescatadores en cubierta. Eso es todo», denuncia Díaz Linares. En este contexto, un rescate de más de 100 personas, muchas de ellas sin saber nadar, se convierte en una operación crítica.

«Ayer se lanzaron todos los elementos de flotación disponibles y hasta hubo ciudadanos que se tiraron al agua para ayudar. Pero en medio del mar y de noche, no tenemos esa ayuda. Solo gritos, caos y gente que desaparece bajo el barco antes de que puedas llegar», relata. La fatiga física y mental que arrastran las tripulaciones se agrava ante la falta de refuerzos y recursos.

Más que cifras: vidas y cuerpos

Para Díaz Linares, el gran error es reducir estas tragedias a simples estadísticas: «Los muertos se convierten en números y eso adormece la conciencia. Pero lo de ayer fue distinto porque se vio con nitidez: eran mujeres, niñas, gente que no podía más». El delegado advierte de que estos casos no son excepciones, sino parte de una rutina que se repite sin cambios estructurales.

El sindicalista concluye que lo sucedido debe marcar un punto de inflexión en el tratamiento de la migración en Canarias: «Estas personas llevan más de un año de travesía. Llegan agotadas, mojadas, y en el último metro pierden la vida. No podemos seguir enfrentando esta crisis con plantillas mínimas y silencio político. Esto no es un accidente aislado. Es un fracaso sistémico».