Jesús Díaz: «El que ha ganado con esta llegada de los niños a Artenara ha sido el pueblo»

Jesús Díaz en los estudios de El espejo Canario

Jesús Díaz en los estudios de El espejo Canario

El alcalde de Artenara defiende la experiencia de acogida de menores migrantes como un ejemplo de integración y revitalización local.

Artenara, el municipio menos poblado de Gran Canaria, acoge hoy a 30 niños y niñas migrantes no acompañados, once más que hace un año. Su alcalde, Jesús Díaz, del Partido Popular, reafirma su compromiso con esta experiencia que, según asegura, «ha sido más que gratificante para ellos y para nosotros».

Integración y vida escolar

Díaz detalla que los menores, procedentes de países como Mali, Senegal o Costa de Marfil, conviven en un albergue municipal habilitado por el ayuntamiento, sin que se cobre alquiler ni gastos por servicios. El impacto ha sido directo en el colegio local: «pasamos de tener ocho niños a tener cuarenta y dos». Algunos ya asisten al instituto de Valleseco, mientras que los más pequeños se escolarizan en el mismo Artenara. El refuerzo docente ha sido indispensable, lo que a su vez ha generado empleo y revitalizado la vida social del pueblo.

Dinámica comunitaria

La presencia de estos menores no solo ha detenido, en parte, la despoblación de Artenara —donde residen poco más de 1.000 personas censadas, aunque apenas 600 viven allí de forma habitual—, sino que ha dado un impulso emocional al entorno. «Ahora por las tardes se oyen niños jugando en la plaza, en el campo de fútbol… antes no se oía nada», dice el alcalde. Los pequeños participan en fiestas locales y actividades culturales, como ocurrió recientemente en la celebración de San Isidro, donde «salieron todos vestidos de canarios».

Un gesto político poco común

El alcalde reconoce que no conoce ningún otro municipio en Canarias que haya solicitado expresamente la llegada de menores migrantes para ser acogidos. «A lo mejor hay que traer más», sostiene. La implicación institucional ha sido clave: «yo planteé la idea al Gobierno de Canarias y me dijeron “chapó, para adelante”». Rechaza, sin embargo, elevar el gesto a heroicidades: «yo soy Jesús Díaz, vecino de Artenara, y lo hago porque creo que hay que hacerlo, no por unas siglas políticas».

Una mirada crítica a la política estatal

Díaz también lanza una crítica implícita a la falta de solidaridad del resto de comunidades autónomas: «para nosotros 30 niños son un montón, pero lo hacemos. Si hay que recortar, se recorta. Si hay que buscar entre amigos para pagar una guagua, se busca». Ante la pasividad de muchas regiones en la redistribución de los más de 6.000 menores migrantes que acoge Canarias, considera que el ejemplo de Artenara demuestra que con voluntad local se puede ir más allá de los discursos: «estos niños no tienen la culpa de nada y se merecen lo mejor que tengamos».

La historia de Artenara representa una excepción en el mapa de la migración en Canarias: un pequeño municipio que convierte la acogida en una oportunidad y no en un problema. Su alcalde lo resume así: «estos niños ya son artenarenses más».