El concejal de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento, Adolfo Cordobés, recuerda que «la declaración de patrimonio por la Unesco no es un regalo que te dé la Unesco»
La Laguna cierra el año de celebraciones por el 25º aniversario de su declaración como Patrimonio de la Humanidad reforzando la idea de que ese reconocimiento no es una medalla fija en la solapa, sino una tarea diaria. El concejal de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento, Adolfo Cordobés, recuerda que «la declaración de patrimonio por la Unesco no es un regalo que te dé la Unesco y ahí te lo quedas para siempre» y que la ciudad vive bajo una supervisión constante para garantizar que su casco histórico se conserve, se gestione y se disfrute de acuerdo con los estándares internacionales. Su responsabilidad, dice, es «engranar y hacer equipo» entre los altos funcionarios municipales, el Consejo Insular de Patrimonio, el Ministerio y el Grupo de Ciudades Patrimonio Mundial para «ir mejorando la ciudad» sin perder de vista la singularidad lagunera.
El edil subraya que el sello de la Unesco ha supuesto «un giro de 180 grados» para La Laguna, con un éxito comercial, turístico y económico que hace 25 años «nadie preveía». Por eso reivindica la cadena de trabajo de alcaldes y concejales que impulsan la candidatura desde los años noventa y que hoy permite hablar de una ciudad «asegurada», donde «los inmuebles no se están cayendo» y el conjunto histórico presenta un alto grado de conservación. El reto ya no es salvar edificios aislados, sino «proyectar la ciudad para los próximos 25 años» y cumplir el mandato de la Unesco de dotarse de un plan de uso y gestión específico para la ciudad histórica.
Planificar la ciudad patrimonio para las próximas décadas
Cordobés explica que La Laguna trabaja en un «plan de uso y gestión de la ciudad patrimonio mundial», un documento estratégico que, asegura, es «el plan más ambicioso» de las quince ciudades españolas inscritas en la lista de la Unesco. Ese plan debe ordenar la movilidad, la iluminación, el disfrute de los espacios públicos y la compatibilidad entre la vida cotidiana y la afluencia de visitantes. «Hay que conjugar una ciudad del siglo XVI con inmuebles del siglo XVII, XVIII, con las exigencias del siglo XXI y lo que los ciudadanos quieren disfrutar en el siglo XXI», resume, insistiendo en que el proyecto tendrá que ser presentado y supervisado por la propia Unesco.
En paralelo, el área de Patrimonio Cultural prepara la actualización del Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico, que el concejal califica de «éxito» pese a admitir que hubo aspectos «imposibles de prever» cuando se aprobó hace un cuarto de siglo. No se trata de empezar de cero, subraya, sino de «mejorarlo» y adaptarlo al nuevo contexto. Todo ello se enmarca en una instrucción directa del alcalde, Luis Yeray Gutiérrez, para «planificar la ciudad para los próximos diez años» con un nuevo Plan General de Ordenación y con una financiación que, reconoce, se queda corta: su área maneja «en torno a los 800.000 euros» al año y confiesa que le «gustaría mínimo el doble» para no tener que trocear en varias anualidades proyectos que considera prioritarios.
Más calles para peatones y una entrada a la altura del casco histórico
La condición de Patrimonio de la Humanidad se traduce también en cambios físicos en el espacio urbano. Cordobés destaca que en este mandato ya se han ganado dos nuevas zonas peatonales —la calle El Remojo y la calle Juan de Vera— y que la percepción ciudadana ha cambiado radicalmente respecto a los años de las primeras peatonalizaciones, cuando hubo fuertes movilizaciones en contra. Ahora, asegura, «los vecinos tocándonos la puerta» piden que se cierren más calles al tráfico para poder «salir a la calle con nuestros niños y con nuestros mayores tranquilamente» y para que sus comercios y viviendas se revaloricen, como ha ocurrido en el resto del casco histórico.
Para extender este modelo, el Ayuntamiento prepara un plan director de movilidad vinculado al plan de uso y gestión, con actuaciones de urbanismo táctico en las llamadas «zonas tampón» que amortiguan la transición entre los barrios y el conjunto histórico. La entrada por San Benito, la calle Manuel de Ossuna o la calle San Juan figuran entre las áreas donde se quiere «suavizar» el impacto del tráfico, ganar espacio para las aceras y hacer la ciudad «más amable» para el peatón. Pero el gran quebradero de cabeza es la Avenida Trinidad, la principal puerta de acceso al casco: «La Avenida Trinidad es el gran dolor de cabeza», admite, porque «no pega para nada» con la imagen de una ciudad patrimonio mundial. Entre las ideas que se barajan figuran un concurso internacional de proyectos y una profunda intervención para ganar zonas verdes, espacio peatonal y armonizar las fachadas y la cartelería.
El patrimonio que no se difunde no se siente
Uno de los ejes de la concejalía es la divulgación. Cordobés insiste en que «el patrimonio que no se difunde, que no se conoce, no se siente, no crea el sentimiento de pertenencia», de modo que su área impulsa cada año actividades educativas para distintos públicos. Para los niños de Primaria han diseñado, junto a la empresa Localiando, la ruta «Felicidades a la Laguna», en la que un personaje llamado Torriani «viene como que hace un viaje en el tiempo» y comprueba que las calles «están exactamente igual que como él las dibujó», mientras explica a los escolares por qué el trazado rectilíneo y las calles anchas de ocho metros hacen única a la ciudad.
Para adolescentes y público adulto, el catálogo se amplía con rutas teatralizadas sobre la justicia histórica —«La laguna con el mazo dando», centrada en la antigua picota— y con itinerarios como «La Laguna con voz de mujer», que visibilizan oficios y trayectorias femeninas a lo largo de los siglos, incluyendo la vida en los conventos de clausura. A esto se suman recursos didácticos en la web municipal y un videojuego que permite «ir construyendo la Laguna tal como fue evolucionando desde el siglo XVI hasta la actualidad». El objetivo, resume, es que los laguneros, los canarios y quienes han estudiado en la ciudad sientan que «La Laguna es patrimonio de Canarias» y que «La Laguna yo creo que sea la ciudad más querida de toda Canarias».
Gemelos digitales e inteligencia artificial para proteger el casco
El concejal mira también a la tecnología como aliada para proteger el patrimonio que ha valido a La Laguna su condición de ciudad Patrimonio de la Humanidad. Explica que el área trabaja con investigadores universitarios en proyectos de «gemelos digitales» del casco histórico, partiendo de que incendios como los de Notre Dame, la mezquita-catedral de Córdoba o los anteriores de San Agustín y el Obispado en la propia ciudad evidencian riesgos permanentes. La idea es utilizar herramientas de inteligencia artificial para «detectar precozmente deficiencias y riesgos» en los inmuebles, complementar el plan de evacuación ya existente y elaborar un plan director de seguridad donde el principal peligro identificado es el fuego.
En esta tarea, Cordobés destaca la «colaboración muy estrecha» con el Obispado y con la Universidad de La Laguna, no solo en materia de prevención, sino también en la difusión del patrimonio artístico. Cita, por ejemplo, la exposición dedicada al pintor Hernández de Quintana en el Museo Cayetano, con motivo del 300 aniversario de su fallecimiento, y otra muestra en el espacio LM de la calle Carrera con obras de artistas canarios inspiradas en la ciudad, ambas de entrada gratuita gracias a acuerdos impulsados por la concejalía. Con iniciativas como estas, concluye, La Laguna busca que la categoría de Patrimonio de la Humanidad no sea solo un reclamo turístico, sino un proyecto compartido por la ciudadanía, las instituciones y las futuras generaciones.