«Carceller, el nuevo mito de las renovables»

Francisco J. Chavanel

Nadie ha contaminado más en Canarias como el nieto de aquel ministro franquista

Nadie ha contaminado más Canarias que la familia Carceller, sobre todo el referente actual, Demetrio Carceller Arce, máximo accionista de Disa, propietario de 600 gasolineras desperdigadas por todo el Archipiélago, siendo, por lo tanto, un monopolista colosal, dueño y señor de la distribución del petróleo por estas tierras, accionista además de otras empresas, tales como Sacyr, Cacaolat, Rodilla, Gas Natural, Unión Fenosa y unas cuantas más, sin olvidar su presencia absoluta en la cerveza catalana Damm.

Aunque uno de sus negocios principales esté radicado en Tenerife, tanto él como su familia viven en Madrid, entre la aristocracia de la capital; viven a todo tren intentando gastarse una fortuna acumulada de unos 3.000 millones. La acumulación la inició el abuelo, un tipo que venía de la nada, que se hizo falangista cuando convino, y que terminó siendo ministro de Franco en los años 40. Ahí hizo su fortuna. El hijo le continuó, y el nieto es un lince como todo el mundo sabe.

Carceller Arce es el amo de la refinería de Santa Cruz de Tenerife, esa cámara de gas gigante que ha llenado la capital de porquería, obscenidad ecológica, contaminación en estado puro, y que hoy está parada porque el negocio ya no está en lo sucio sino en lo limpio. El caballero también es en sí alguien muy limpio. En 2016 llegó a un acuerdo con la Audiencia Nacional (su padre y él). A cambio de reconocer la comisión de 13 delitos fiscales pagó 90 millones de euros -la multa más importante pagada en España por fraude fiscal- pero, eso sí, sin pisar la cárcel y con un descuento de unos 300 millones de euros. Eso le pasa a usted o a mí y nos vamos directamente a cuidados paliativos. Como debe ser.

Pero los Carceller son algo así como intocables e imperecederos. Suelen aparecer en los papeles de Panamá, o en las sociedades que se dedican al blanqueo de dinero en paraísos fiscales como Samoa, Luxemburgo, la citada Panamá, Antillas Holandesas, Madeira, etcétera. En realidad es imposible seguirles la pista. La maraña contable es de tal envergadura que muchos expertos han hecho sentir su frustración por no poder seguir la pista al enredo. Por eso decir que Demetrio Carceller posee una fortuna personal de 3.000 millones de euros es lo mismo que decir que tiene 5.000 millones. Probablemente ambas cifras sean falsas y lo único cierto es que está entre las veinte fortunas del país gracias a su calidad como contaminador y como brillante agente demoledor de la calidad del medio ambiente.

Los que me conocen ya saben de sobra que carezco de cualquier fe ecológica y de su contraria, pero si pongo el acento en cómo ha hecho fortuna Carceller es porque lo que nos interesa conocer es cuál es el traje con el que acaba de presentarse en la sociedad canaria para seguir expurgándola.
 

Disa y su anticlavijismo

Este señor es el único propietario de una planta de gas ciudad en el Archipiélago. Está en Adeje y funciona desde hace unos cuantos años con el objeto de suministrar aire propanado a los empresarios turísticos de la zona. Tiene un permiso único facilitado por la ATI de Hermoso, a la que Carceller dotó de todo lo necesario en lo económico para financiar sus costosas campañas políticas a cambio de que le permitiera contaminar Santa Cruz como lo haría un vicioso. Así fue durante años, lustros y décadas. Carceller estuvo en Tenerife con los últimos del franquismo y con sus herederos, ayudándoles a llegar al Gobierno de Canarias, a controlar sus principales fuentes económicas, mientras él fumigaba a los electores áticos con una buena dosis de gas, alquitrán, y basura negra.

El estatus varió en los últimos años de Zerolo. La debilidad del alcalde con el caso Las Teresitas, la división que se propició en una ATI cada vez más regionalista con Paulino Rivero, la llegada de José Manuel Bermúdez y, sobre todo, la victoria de Clavijo sobre Rivero, dejó a Carceller en una incómoda situación. Apostó por Rivero, apostó contra Clavijo. Y perdió. Resultado: la refinería se cierra. Se acabó contaminar (con este dato vuelvo a poner de relieve la calidad y cantidad de los enemigos del actual presidente Clavijo; muchos, demasiados lobbys poderosos a los que no les ríe las gracias).

Cuando se puso en marcha el concurso regional de aire propanado Disa ya no estaba en condiciones de poner condiciones como lo había hecho históricamente. La victoria de Redexis en 8 de los 10 municipios concertados le dolió en lo más profundo. Carceller se sintió insultado y recurrió a la casquivana Sala de lo Contencioso de Las Palmas de Gran Canaria, famosa en el Tribunal Supremo por sus sentencias volubles y cambiantes. Esta misma semana el Supremo le acaba de ordenar que ajuste una sentencia anterior en el caso Lifeblood y que obligue al Ejecutivo a pagarle a un particular, al que la referida Sala expulsó del concurso sobre hemodiálisis en los hospitales Doctor Negrín de Gran Canaria y José Molina Orosa de Lanzarote, la cantidad de 30 millones de euros más intereses. Cuando esa sala acierta es casi un acontecimiento mundial.

Rápidamente la Sala de lo Contencioso le dio la razón a Disa frente a Redexis. Con un argumento peregrino: el concurso en Canarias no debía realizarse a través de municipios… Asombroso. Por municipios se realiza en toda España, por municipios es lo coherente en Canarias pues son ellos los que albergan al mayor número de concentración de población. El Gobierno ha recurrido; Disa ha logrado de facto paralizar la entrada del aire propanado en las Islas, y no sabremos hasta dos años o así la respuesta del Supremo que, adelanto, será probablemente jugosa e interesante.

Ante esta sentencia algunos héroes del “nonismo”, como Antonio Morales, sintieron en sus carnes una profunda emoción. “Es un triunfo de la sociedad”, dijo. Es imposible saber a qué sociedad se refiere Morales. Que se sepa no ha habido manifestación popular alguna y, desde luego, afirmar que la Sala de lo Contencioso de Las Palmas obedece a mandamientos sociales es no tener idea de casi nada. Esta es la Sala que dijo primero que lo construido en el Canódromo era ilegal y que, después, tras otra delirante intervención del Supremo conminándola a que ejecutara su propia sentencia, dio marcha atrás y señaló que los políticos del PP no cometieron error alguno y que las torres de Realia podían construirse perfectamente.

Por otra parte, no olvidemos, Demetrio Carceller es el mayor contaminador de la historia de Canarias. ¿Lo recuerdan? Aplaudir desde el Cabildo de Gran Canaria a Carceller es como contemplar venerar a Carmelo Ramírez a José Manuel Soria porque tuvo en su casa acogido a un niño saharaui durante dos horas, circunstancia, por otra parte, del todo imposible.
 

El gran contaminador mutando en explosivo ecologista

Esta semana, al fin, Carceller nos presentó su última transformación. El gran contaminador ha mutado en un explosivo ecologista. Disa entra en las renovables y en la distribución eléctrica. Sí, ya sé que ambos términos son contradictorios, pero así lo presentaron y así lo engulleron los presentes. No quiere Adeje, está arrepentido. No quiere vender aire propanado, debe ser porque la tarifa, y la clientela, ya no le reporta beneficios espectaculares. Ha querido quitarse de en medio pero la CNMV le ha recordado su responsabilidad. Si abandonas el servicio te multamos. Como no es la primera vez Carceller se lo pensó y se mantuvo en Adeje.

Pero lo que cuenta es lo próximo. Será el máximo competidor de Endesa en distribución de electricidad en las islas. Y lo más glorioso es que su electricidad será ¡totalmente ecologista! ¿Cómo logrará tamaño milagro? Pues a través de tres grandes aerogeneradores que está montando en Arico. Impresionante documento. Disa parece David Copperfield. Sus tres plantas de Arico apenas le darán para el primer molar y su electricidad dependerá, como todas, del petróleo. El monstruo se convierte en mariposa. El lobo en cordero. El tiburón toro en cherne a la plancha. El travesti llama a la risa y a la charlotada.

Los medios de comunicación recibieron a Disa con ese gesto embobado que tienen los muertos de hambre que apenas disimulan su desconcierto. Les propone pasta por un tubo, y pasta, ya saben, es lo único que falta en las redacciones. Algunos de esos medios que han mantenido duras pugnas en contra del petróleo que nunca existió, o a favor de energías limpias, se contentan con algo sencillo: tú di que lo que vas hacer es renovable, y nosotros cobramos encantados.

Esta es la razón por la que Disa es ahora mismo aliado natural del Cabildo de Gran Canaria, y de sus velociraptors afines, aunque sea una enorme mancha negra en el océano. Su anticlavijismo les une. Un delincuente habitual es su último fichaje. El extraordinario financiador de la ATI profunda abrazado por los grancanaristas insularistas que presumen de haber llegado hasta el tesoro de los presupuestos desequilibrantes. Entre la desesperación económica de algunos, y la falta de vergüenza política de otros, el petróleo que suelta Disa es como un embellecedor de la naturaleza en una tierra de poderes provincianos, que no hacen otra cosa que traicionar de manera entusiasta a la sociedad que dicen defender y proteger. Ejemplar.