Oswaldo Betancort: «Soy partidario de que el turista pague absolutamente todo»

Oswaldo Betancort en el set de El Espejo Canario en el Islote de Fermina

Oswaldo Betancort en el set de El Espejo Canario en el Islote de Fermina

➤ «No hay islas mejores ni peores, sino territorios con realidades distintas» ➤ «Estoy convencido de que la realidad que necesita el ciudadano se llama elecciones» ➤ «El relevo generacional en el campo de Lanzarote no se ve en otras islas»

El presidente del Cabildo de Lanzarote, Oswaldo Betancort, sostiene que la actual situación política en España «tiene un déficit democrático creciente» y que, ante la falta de estabilidad y de presupuestos, «la respuesta se llama urnas». Lo dice en una conversación en la que enlaza la política estatal con los sobrecostes que soportan las islas orientales, la necesidad de una ley específica para Lanzarote, Fuerteventura y La Graciosa, la defensa del sector primario tras el reconocimiento de la FAO y el control del modelo turístico para evitar la saturación.

Un eje oriental con voz propia

Betancort recuerda que cuando viaja con la presidenta del Cabildo de Fuerteventura «no es para decir que somos mejores que nadie», sino para reclamar que el eje oriental empiece «a hablar menos y a hacer más». Dice literalmente: «No hay islas mejores ni peores», pero sí territorios con realidades distintas. Por eso propone una norma que ampare a Lanzarote, Fuerteventura y La Graciosa como «territorio desértico», que reconozca el cambio climático, el ciclo integral del agua y «el sobrecosto de ser islas no capitalinas», incluida una bonificación fiscal. Asegura que la economía insular está «capitalizando» el crecimiento canario, pero subraya que eso debe notarse «en confort y en calidad de vida», porque «aquí sube todo menos los sueldos».

Reconocimiento agrícola y obligación de mantener el paisaje

El presidente acaba de recoger en Roma la distinción de la FAO que convierte a Lanzarote en «la primera isla de Europa» incluida en los Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial. Lo atribuye «al esfuerzo del campesinado» que transformó la ceniza volcánica en los paisajes de La Geria y El Jable, pero advierte de que «no es solo un galardón, es una responsabilidad colectiva». Por eso anuncia que mantendrá recursos para «salvar La Corona y salvar La Geria», con 3,8 millones de euros y empleo ligado a personas vulnerables, y que acudirá a Bruselas a buscar una ficha financiera estable.

Frente a la idea extendida de que la gente joven no quiere campo, Betancort ofrece un dato contrario: «En Lanzarote tenemos un relevo generacional que no se ve en otras islas», asegura. Cita hasta «quince o dieciséis jóvenes agricultores y ganaderos» reconocidos en San Isidro y cuenta que ya tiene confirmados distribuidores de Estados Unidos para que el producto lanzaroteño —vino, batata, queso— se comercialice fuera. «El joven lo que tiene que ver es que hablamos de economía», dice.

Turismo de más gasto y menos impacto

El otro gran eje de su discurso es el turístico. Betancort cuenta que hace dos años Londres veía a Lanzarote como «una isla saturada que no nos quiere», y que ahora ha podido firmar con British Airways dos vuelos más que traen un visitante de mayor poder adquisitivo y alojamientos de cuatro y cinco estrellas. 

Explica que Lanzarote es «por segunda vez la isla que menos crece turísticamente», pero lo presenta como un dato positivo: controla la saturación y, al mismo tiempo, sube el ingreso. Ahí introduce una de sus frases más nítidas: «Yo soy partidario de que el turista pague absolutamente todo». Su argumento es que del turista deben salir los recursos para mantener «los caminos agrícolas», financiar modernizaciones en Puerto del Carmen, Costa Teguise y Playa Blanca y evitar «un turismo depredador». Pone un ejemplo: con un 14% menos de visitantes en los centros turísticos, la facturación ha crecido un 40% por la subida de precios.

También adelanta que está exigiendo a los operadores modernizar su planta e introducir domótica, porque «no hay calidad si no hay servicio» y el visitante no regresará a un destino que no le garantice seguridad, sanidad e infraestructuras. Y rechaza con contundencia importar a la isla el modelo de fiestas masivas o de «balconing»: «Eso no es Lanzarote. Aquí se viene a cargar las pilas».

Vivienda: el Cabildo como avalista

Interrogado por el impacto del éxito turístico en la vida de los residentes, Betancort admite que la vivienda es «un problema transversal» que afecta más a Canarias. Critica que en siete años de anuncios estatales «no ha llegado ni una llave» y que durante años no se ha hecho una sola vivienda en Lanzarote. 

Ahora, dice, hay 400 comprometidas con el Gobierno de Canarias y el Cabildo ha puesto 13 millones de euros para suelo y compra de casas. Pero no le basta. Por eso anuncia que trabaja en un informe jurídico para que el Cabildo pueda «ser garante» de las hipotecas de los jóvenes lanzaroteños que sí pueden pagar 400 o 500 euros al mes pero no tienen quién les avale. «No hay mayor compromiso con el territorio que una hipoteca», afirma. Y añade que quiere vincular licencias hoteleras a la obligación de garantizar vivienda para sus trabajadores, de modo que la prosperidad turística no expulse a los residentes.

La Graciosa, identidad en riesgo

Como exalcalde de Teguise y conocedor de La Graciosa, revela su preocupación por la «masificación» y por la pérdida de identidad gastronómica: «El otro día fui y ya vi las hamburguesas y las papas congeladas». Por eso insiste en que «La Graciosa ya necesita un punto y aparte», que se aprueben los planeamientos que fijen capacidad de carga e infraestructuras y que el propio vecino «defienda el concepto» de isla que se vendía antes: pescado fresco, cocina propia y economía ligada al mar. «Cuando pasas a ser un destino al uso, pierdes poder adquisitivo», advierte.

Agua y Canal Gestión

Sobre el eterno conflicto del agua, rechaza la idea de que esté «hasta las mismísimas narices» del operador, pero sí admite que el Cabildo ha llevado a Canal Gestión «a una esquina» por los incumplimientos del contrato. Explica que les ha dado un plazo de «tres meses y un día» para que presenten un operador que los subrogue y satisfaga las inversiones que necesita la isla. «Si en tres meses y un día no hay un operador, resolvemos el contrato», asegura. Y sostiene que no se trata de «condenar a nadie» sino de garantizar «dinero e inversión» para un servicio esencial.

Con esta batería de mensajes, Betancort intenta fijar una idea central: Lanzarote está en un momento de reconocimiento internacional y de potencia económica, pero necesita normas propias, financiación estable, un turismo de mayor gasto y una política de vivienda que no deje fuera a los jóvenes. 

Elecciones ya

En ese punto enlaza con la política estatal: denuncia «una inestabilidad tremenda», un Gobierno que «gobierna sin presupuestos» y un clima en el que «la palabra ya no tiene valor». Por eso afirma: «Estoy convencido de que la realidad que necesita el ciudadano se llama elecciones, por supuesto». Y remacha que no hay que tener «miedo a la democracia».