Bomberos de Las Palmas de Gran Canaria denuncian abandono institucional

Bomberos de Las Palmas de GRan Canaria | Foto: CCOO

Bomberos de Las Palmas de GRan Canaria | Foto: CCOO

El delegado sindical de Comisiones Obreras en el cuerpo, Víctor Monzón, describe un servicio «en situación muy grave», con turnos mínimos, parques cerrados por falta de efectivos y una edad media elevada.

El delegado sindical de Comisiones Obreras en el Cuerpo de Bomberos de Las Palmas de Gran Canaria, Víctor Monzón, describe un servicio «en situación muy grave», con turnos mínimos, parques cerrados por falta de efectivos y una edad media elevada, mientras las promesas de ampliar la plantilla y modernizar las infraestructuras se dilatan desde hace años. Reclama un plan de choque que garantice respuesta suficiente ante emergencias de gran entidad y condiciones laborales que no deterioren más la salud del personal. 

Un servicio al límite

Monzón sostiene que la precariedad actual no es coyuntural: «Es un mantra que se repite desde la época del alcalde Augusto Hidalgo», asegura, aludiendo a «mala gestión» y a la ausencia de decisiones sostenidas para reforzar personal, mandos y material. Hoy la plantilla operativa ronda los 95 efectivos cuando «debería estar en 135», con «la escala de mando completamente desmantelada» y una media de edad «por encima de los 52 años», un dato especialmente sensible en un trabajo «eminentemente físico» que exige relevo generacional periódico. 

Efectivos insuficientes y parques que cierran

El sindicalista denuncia que, por falta de personal, «se están cerrando incluso los parques zonales» y que «ha habido días» con apenas «8, 9 o 10 bomberos en el parque central». Recuerda que los procedimientos operativos estándar —«caducados desde 2002»— requieren 14 bomberos para intervenir en un incendio en buque; con dotaciones tan reducidas, la cobertura «no ofrece garantías». «Si sale un servicio fuerte… nos veríamos bastante apurados», admite. 

Infraestructuras y organización desfasadas

Junto a la escasez de personal, señala instalaciones obsoletas y procedimientos anticuados que lastran la operativa. «Se ha invertido en remodelar algunos parques, pero sin bomberos no podemos dar el servicio con garantías», resume. El contraste con otras ciudades de referencia es evidente, dice, citando el caso de Bilbao, «con una plantilla de 235 bomberos y una escala de mando perfectamente jerarquizada», además de un parque móvil e instalaciones «a la altura». 

Negociación encallada y una RPT sin efectos

Monzón afirma que el colectivo lleva «desde 2015» reclamando soluciones. Hubo mesas para la Relación de Puestos de Trabajo (RPT) y otros acuerdos, pero «el tema de personal no se ha acometido», ni se ha «abierto el melón» de ampliar la plantilla «de 135 a unos 200». Existe incluso «una lista de interinos» que «lleva tres años» esperando y «no entra». A su juicio, el problema no es presupuestario sino «de voluntad y organización». 

Salud mental deteriorada

La presión sostenida afecta al bienestar psicológico. Monzón alude a «una evaluación de riesgos psicosociales» del propio servicio de prevención municipal que «deja claro» que los bomberos «lo están pasando bastante mal», con «ansiedad, cuadros depresivos, irritabilidad y malas relaciones con los mandos». «La situación psicológica es paupérrima», afirma. 

Conflicto colectivo y fin de las horas extra

Ante la falta de avances, el personal ha constituido una «Asamblea de Conflicto Colectivo», ha iniciado la contratación de un gabinete jurídico y ha decidido no realizar horas extraordinarias, una medida que «ha dejado al descubierto la grave falta de personal». «Que se entienda: no pedimos cobrar más; pedimos seguridad, salud y medios», subraya. 

El sindicato plantea un paquete mínimo e inmediato: reapertura de parques con dotaciones completas, actualización de los procedimientos operativos y jerarquía de mandos, incorporación urgente de efectivos —incluida la lista de interinos— y un calendario vinculante para modernizar instalaciones y vehículos. «Con los medios que hay iremos siempre», dice Monzón, «pero la ciudad necesita un servicio a la altura, no fiarlo a la suerte de que no pase nada grave».