➤ «La atención al público en una lengua distinta depende de una cuestión puramente comercial» ➤ «Hay que garantizar que se hable español en muchos sitios, en los colegios, en las universidades…» ➤ «Esperábamos que no iban a cumplir con la promesa electoral de bajar el IGIC»
El vicepresidente de la Confederación Canaria de Empresarios, José Cristóbal García, sostiene que el debate sobre la obligación de atender en lenguas cooficiales «se ha matizado» y no afecta a Canarias, y enmarca el uso de otros idiomas en la relación con el público en razones estrictamente comerciales. Al tiempo, expresa su preocupación por la situación del español en Cataluña y remata con una frase que resume su diagnóstico: «Es más sencillo que en Cataluña penetre el japonés que el español».
Atención en lenguas cooficiales y criterios empresariales
García recuerda que la propuesta de atención en lenguas cooficiales «se ha matizado» para circunscribirse «donde existan lenguas cooficiales», por lo que «no es en Canarias». Desde esa premisa, subraya el enfoque del tejido productivo: «La atención al público en una lengua distinta depende de una cuestión puramente comercial». En una economía como la canaria, con millones de visitantes, argumenta que el sector ya opera en alemán o inglés «porque me interesa que eso sea así; si no, no», y califica de «ridículo» montar servicios específicos en catalán en territorios sin cooficialidad.
El lugar del español en Cataluña
Más allá de la operativa empresarial, el directivo insiste en la dimensión cívica y educativa del idioma común: «Ahí lo que se está marginando es el español. Y hay que garantizar que se hable español en muchos sitios, en los colegios, en las universidades…». A su juicio, la normalización del castellano en Cataluña «está más que perdida», y por eso lanza su sentencia más llamativa: «Yo creo que es más sencillo que en Cataluña penetre el japonés que el español».
La oficialidad del catalán en la Unión Europea
García se muestra escéptico con el debate europeo sobre el estatus del catalán, aludiendo a los costes de traducción y al hecho de que, «de momento», la iniciativa «no la ha aprobado» la UE. «Han pasado por siete exámenes y los siete lo han suspendido», afirma, como forma de subrayar la falta de avances tangibles en esa negociación.
Entre el pragmatismo económico y la batalla cultural
El discurso de García combina un enfoque práctico —la lengua como herramienta para vender mejor en una economía turística— con un alegato por la garantía del español en la educación y los servicios públicos. De un lado, defiende que el mercado ya empuja a usar idiomas útiles para el negocio; de otro, advierte de que el castellano «se margina» en determinados ámbitos, algo que considera inaceptable. En el tablero fiscal, contrapone los compromisos adquiridos con la distribución real de los ingresos del IGIC y desliza que, pese a los condicionantes presupuestarios, la ciudadanía esperaba otra cosa.
Lo que queda en la agenda
Para el empresariado canario, sugiere García, el vector central sigue siendo la competitividad: atender a quien compra en el idioma que facilite la transacción y sostener un marco tributario predecible. En paralelo, exige claridad política en debates identitarios que, cuando desbordan el terreno cultural, «terminan afectando a la escuela, a la universidad y a la empresa». En su lectura, ahí se dirime algo más que una cuestión lingüística: la cohesión del mercado y la certeza regulatoria con la que trabajan las compañías.
Fiscalidad canaria e IGIC: promesas y caja
Interpelado por la posibilidad de rebajar el IGIC al 7% —promesa electoral del Gobierno autonómico—, el vicepresidente no comparte la tesis de que no haya margen y recuerda la arquitectura financiera del tributo: «Más de la mitad de la recaudación del IGIC va a cabildos y ayuntamientos» y «realmente la comunidad autónoma se queda un 5% del coste de gestión». Sobre la renuncia a la rebaja, deja una valoración política: «Esperábamos que no iban a cumplir con esta promesa electoral».