La Asociación Cannábica Beletén exige la libertad para Aythami

Cartel de la campaña 'Aythami libertad'

Cartel de la campaña 'Aythami libertad'

Su fundador, Rayco Ouviña, señala que no son narcotraficantes, sino «activistas»

Rayco Ouviña, fundador de la Asociación Cannábica Beletén, defiende el modelo de clubes sociales de cannabis, denuncia graves irregularidades en la causa que mantiene en prisión a tres miembros del colectivo y reclama una regulación clara que ponga fin a la inseguridad jurídica. En conversación con El Espejo Canario, sostiene que las pruebas clave del caso fueron destruidas pese a haberse autorizado una contrapericial, que nunca se practicó, y que no hay demostración alguna de ánimo de lucro. 

El modelo de consumo compartido

«El Club Beletén se fundó en el año 2009. Es el primer club que se funda en Canarias», explica Ouviña, quien encuadra la experiencia en la doctrina del Tribunal Supremo sobre «consumos compartidos» y «cultivos compartidos para el autoconsumo» con el fin de evitar el mercado ilícito. «No existen límites legales», admite, pero recuerda que el sector se autoimpuso topes internos: «no deberíamos de consumir más de dos, tres gramos al día». Según asegura, la mayoría de socios ni siquiera alcanzaba ese umbral. 

La intervención policial de 2018

La actuación que desencadena el proceso se produce en el año 2018, cuando —afirma— «ellos entraron en la finca sin orden de registro». Ouviña sostiene que uno de los agentes «de paisano» accede «saltándose la valla» y que el olor a marihuana aquel día pudo obedecer a las condiciones del viento; sospecha de una posible queja vecinal, aunque dice no tener constancia de denuncia previa. 

Plantas, kilos y socios

Sobre lo incautado, apunta: «Lo que realmente se encuentra dentro es una pequeña plantación de unas 200 plantas, no muy grandes. Llegaría el peso total como mucho a los 8 kilos», frente a los «600 y pico plantas» y «27 kilos» que —afirma— recoge la sentencia. En el momento de la intervención, el club contaba con «unos 130, 140» socios, tras haber alcanzado «unos 200» en sus mejores momentos. 

Pruebas destruidas y peritaje imposible

Ouviña relata que la defensa solicitó una contrapericial que el juzgado habría autorizado, pero «cuando llega el perito […] no le dejan entrar» y «le dicen que es que la sustancia se ha destruido ya». «Si un juez aprueba una peritación, la policía lo que tiene que hacer es guardar esas pruebas […]. No puede destruirlas», recalca. A ello suma una irregularidad que considera capital: «No existe análisis de toxicidad». «Los han metido en la cárcel por una planta que no hay ninguna prueba de que sea tóxica», denuncia. 

El ánimo de lucro inexistente

La condena descansa en delitos contra la salud pública y la presunción de un negocio ilícito, pero Ouviña insiste: «No son capaces de demostrar nada ahí, simplemente lo toman como que está hecho». Sostiene que el funcionamiento del club es estrictamente asociativo: «Esto era un sueldo lo que teníamos. Era una situación sin ánimo de lucro y lo que tenían los trabajadores del club era un sueldo, punto.» 

Los tres de Beletén

Con uno de los afectados ya en tercer grado y los otros dos pendientes de evolución, Ouviña concreta el tiempo transcurrido tras las rejas: «Diez meses llevan ya casi. Desde noviembre.» Anuncia una iniciativa pública: «Queremos hacer una campaña y lo vamos a llamar Los Tres de Beletén», con la que pretende visibilizar el caso de los tres encausados y recabar apoyos sociales e institucionales. También confirma que se ha solicitado el indulto y que se han movido gestiones con diputados en el Congreso. 

«No somos camellos»

«Nosotros, como dicen, no somos camellos», resume Ouviña, antes de recalcar la naturaleza de su defensa del modelo: «No somos narcotraficantes, no somos nada, somos activistas.» Recuerda que «han venido diputados de otros países» —menciona Uruguay y Alemania— para conocer el esquema español de clubes sociales, y concluye con un mensaje de alcance: «Somos un referente en todo el mundo, y aquí en España nos persiguen.»